Los medios y los días

España, aislada de su entorno

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22 ene 2023 / 04:00 h - Actualizado: 22 ene 2023 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • EFE
    EFE

Francia no quiere nada con España menos su sol y sus playas y, para los franceses más cultos, sus monumentos. Bastantes españoles también de los más cultos se afrancesaron en su momento, hartos de una España esclavizada por ideas del antiguo régimen. En Sevilla tuvimos a Alberto Lista y a Blanco White que debieron irse por pies antes de que los fusilaran. Al final triunfó la España de la restauración y la que glorificó a Franco bajo palio al tiempo que se encerraba sobre sí misma y se declaraba reserva espiritual de Occidente. Todo lo contrario que Francia que encima está muy cabreada porque echamos de aquí al ejército napoleónico y así evitamos convertirnos en una provincia del nuevo imperio europeo. Ya sabemos que Napoleón traía la modernidad actual consigo y que era admirado por el genio filosófico de Hegel, pero no era plan de entregarse a un país que, en realidad, lo tuvo todo más fácil para desarrollarse ya que no debió tirarse 800 años echando de aquí al Islam, eso al tiempo que los galos desarrollaron el feudalismo con más “tranquilidad” como paso previo al protocapitalismo.

Ni hay colaboración de Francia con España -como quiere Alemania- para resistir la falta de gas y petróleo rusos y además nunca se fiarán de nuestros productos agrícolas ni de nuestro nivel científico. Sin embargo, me sigue gustando Francia, es el país de Europa más europeo, el único que muestra algo de dignidad ante Estados Unidos y el que se atrevió hace décadas a enfrentarse a los norteamericanos en las instituciones internacionales cuando les echó en cara que estaban colonizando las mentes del mundo con los mensajes de su industria audiovisual que vendían como si fueran patatas y pidió para esa industria una excepción cultural que no logró, claro.

Eso por el norte de la península. Por el sur, Marruecos está logrando más respeto que España en la UE y en EE.UU. El PSOE primero contribuye a elaborar con sus compañeros europeos “progresistas” un escrito que critica determinados aspectos internos de la situación magrebí en cuanto a derechos humanos y luego no vota a favor del documento que ha elaborado. Y Argelia ha roto con nosotros, obligándonos a comprar materias primas energéticas a EE.UU. Italia se ha aprovechado de ello. El Frente Polisario tampoco quiere saber nada de España, hemos abandonado nuestros viejos territorios y a sus habitantes sin honor, hasta la derecha -que nunca quiso al Polisario- utiliza este extremo contra el gobierno y ahora parece como que ha apoyado siempre la causa saharaui.

Por arriba y por abajo mi país llamado España es un hazmerreir. Y no sé quién va a arreglar esto porque no me fío del PP, es demasiado débil y Feijóo no es Aznar, le preocupa más que no le digan facha amigo de Vox que la cohesión y poder de España y su buen nombre. Creo que una guerra con Marruecos no es imposible. Ese país se viene rearmando desde hace tiempo, ya no es el Marruecos de la Marcha Verde, el apoyo de EEUU para que contrarreste el poder de Irán lo tiene venido arriba. Al margen del contenido del famoso teléfono de Sánchez, Marruecos no respeta ni nuestras fronteras ni nuestras ciudades autónomas. Hasta España le está vendiendo buques de guerra. Desde el diario Vozpópuli, Miguel Fiter escribía no nace mucho: “El país alauita lleva más de una década elevando su gasto militar. Las cifras hablan por sí solas: en 2022, el presupuesto en defensa se ha situado en unos 4.800 millones de dólares, un 57% más que en 2009 (3.055 millones). El verdadero salto presupuestario llegó en 2017, cuando el país inició un ambicioso plan a cinco años (2017-2022), valorado en más de 20.000 millones de dólares, para modernizar sus tropas. Mohamed VI tiene un 'sueño': desbancar a Argelia como principal potencia militar de la región, contener al Frente Polisario e impulsar una industria de defensa propia”.

Mientras todo esto sucede, la UE solicita a España, entre otras, dos cosas: una, que le digamos exactamente en que estamos gastando el dinero que se nos va librando a costa del Covid. Dos, que expliquemos qué es eso de edulcorar el delito por malversación, no sea que alguien meta la mano en el dinero público europeo que nos dan y que nos van a dar y se vaya de rositas. A su vez, los inversores huyen de un país de futuro incierto. No hace falta ser de derechas o de izquierdas para sentir una considerable inquietud ante estos hechos.