Los medios y los días

¿Está Sánchez rodeado de pardillos?

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09 ago 2022 / 04:00 h - Actualizado: 09 ago 2022 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Gabriel Rufián. / EFE
    Gabriel Rufián. / EFE

Parece que sí, que el presidente Pedro Sánchez está rodeado de principiantes que no deberían tener en sus manos el destino de ningún país y en especial de España. Y en el parlamento pacta con pardillos como ese tal Rufián, de ERC, que me recuerda a los mitineros de la universidad a quienes yo escuchaba con pasión en mis años 70 de estudiante y que ahora me parecen tenores huecos. Los años te llenan de achaques pero como contrapartida te aportan lucidez, el cerebro evoluciona, por fortuna, yo no cambiaría lo que sé y lo que puedo saber por treinta años menos, ahora no solamente soy más yo sino que me divierto con las pamplinas que me rodean, al tiempo que lamento profundamente algunas de ellas, como esta impresión que tengo de estar gobernado por pardillos que además son pardillos negativamente individualistas y amantes del dinero de los demás que gastan y se meten en sus bolsillos de manera legal –salvo excepciones- y sin embargo excesiva para lo que dan a cambio.

Rectificar es de sabios, pero tener que rectificar continuamente por motivos en los que subyace falta de vida y de estudios no es de sabios sino de todo lo contrario. En el mundo que me circunda hay demasiado músculo de gimnasio y poco de curre y experiencia. Cuando uno ha estado bajo el gobierno de políticos de nivel que te formaban con alguna de sus reflexiones, lo menos que exige es una continuidad aunque los años hayan pasado y ahora el político sea más joven que servidor. Sin embargo, eso del JASP (Joven Aunque Suficientemente Preparado) es una idiotez y una contradicción en sí mismo, al margen de un desafío a la experiencia histórica. Uno desea ver que los jóvenes gobernantes apuntan alto en lo cognitivo y poseen un bagaje que los proyecta hacia el futuro porque conocen el pasado. Detesto a los jóvenes gobernantes que encima van de prepotentes porque hayan leído cuatro cosas en redes sociales o en los dossiers que les preparan unos asesores acaso más inmaduros que ellos.

Este gobierno lleva casi toda su legislatura retrocediendo sobre sus propios pasos a causa de su falta de conocimiento de la realidad mercantil que lo determina. Desde asuntos con la UE hasta temas españoles como la reforma laboral, siempre hemos andado para atrás y para delante. Ahora y antes se ha visto claramente que hay un deseo de trasplantar simples ideas de salón ciudadano, simples imaginaciones de alcoba, a la realidad de un territorio cuyos habitantes llevan siglos tejiendo una sabiduría ancestral que estos niños grandes desprecian porque, como diría Antonio Machado, desprecian cuanto ignoran.

Primero fueron las normas de ahorro de energía. Yo, Pedro Sánchez, presidente de Estepaís, decreto que la temperatura debe ser de 27 grados en los locales y que hay que apagar luces. Y le contesta uno: “¿de qué hora a qué hora, señor presidente? Es que no lo pone la legislación que usted ha aprobado”. Y otro le objeta: “¿sabe usted que en España hay más de un clima o cree que estamos en las Bahamas?” Y el señor presidente cae en la cuenta de que le han hecho la ley mientras unos pardillos celebraban un botellón y decide que debe consultar con las comunidades autónomas.

Al mismo tiempo, se aprueba la ley de protección animal que más bien parece la ley de desprotección del animal humano y la declaración universal de los derechos de los animales irracionales. Y, entre otros, el sector de la caza se rebela. Lo peor de esta ley es que parece hecha, como otras, por ejemplo, las emanadas de Educación, Igualdad o Consumo, por pardillos que, en este caso, no conocen el mundo rural, ni el de la caza, ni la antropología de los seres humanos, ni las costumbres sabias que pululan por el campo. Sin ir más lejos, la ley separa a los dueños de sus perros, les roba a los criadores de perros el conocimiento y el adiestramiento que han forjado tradicionalmente para lograr su supervivencia. Se observa la presencia de pardillos ciudadanos que crean una ley pensando más en sus sentimientos infantiles con los animales que en la interrelación humano-animal. Y quede clara una cosa: el animal carece de derechos, lo que existe es una colaboración interespecie que, como todas en la naturaleza, termina cuando una de las dos lo estima oportuno.

La presencia de tanto pardillo no sólo es un problema para quienes los soportamos sino para un posible gobierno que llegue detrás de éste y desee poner orden en el patio de recreo en el que han convertido a Estepaís los pardillos que dicen Estepaís para que no les llamen fachas. Porque los pardillos poseen la ortodoxia de la ignorancia y por supuesto se avergüenzan de su propia vida y de su Historia y a pesar de todo no saben de qué va el mundo. Es lógico, son pardillos.