Los medios y los días

¿Estamos engañando a los universitarios?

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05 ene 2023 / 04:00 h - Actualizado: 05 ene 2023 / 04:00 h.
"Educación","Universidad","Los medios y los días"
  • Una clase en la universidad en una imagen de archivo. / Paco Cazalla
    Una clase en la universidad en una imagen de archivo. / Paco Cazalla

El profesor y economista Daniel Arias-Aranda ha publicado un artículo bajo el título “Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando” que está dando que hablar porque desde luego no engaña a nadie debido a su claridad expositiva. El texto posee un fondo inquietante: la actitud antiuniversitaria de muchos estudiantes en la actualidad, apresados por las redes sociales, los móviles inteligentes y otras herramientas digitales de manera que es el ciber quien rige sus vidas y no al revés. El problema es grave porque estos alumnos -la mayoría de una clase- no sólo terminan por no poseer conocimientos dignos de su calidad de universitarios sino que no tienen interés en alcanzarlos porque ese interés se ha desplazado hacia el entretenimiento y la evasión crónicas.

La situación universitaria es clara: si antes del Plan Bolonia y el llamado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) las clases estaban masificadas y las tutorías también pero existía una participación intensa de los alumnos y un interés por aprender, de ahí hemos pasado a clases de 50 alumnos de los que sólo acuden la mitad o menos y esos que acuden suelen estar más pendientes de sus artificios digitales que de la explicación del profesor. Esta situación es un tema de conversación habitual entre nosotros los profesores universitarios de todas las universidades españolas.

Hay partes contundentes en el artículo: “Hoy me dedico a engañar más que a enseñar. Las caras de los alumnos se esconden tras las pantallas. De hecho, me sé mejor las marcas de sus dispositivos que sus rasgos faciales. Es raro que alguien pregunte, por mucho que se les incite a hacerlo. Quince minutos antes de que acabe la clase ya están recogiendo sus cosas, deseosos de salir. Cada vez me siento más como un profesor del instituto de una serie mediocre de los 80 que como un catedrático. A menudo tengo que callarme porque el rumor generalizado se extiende por el aula y me da vergüenza mandar callar a universitarios constantemente. He separado a gente para que no hablen entre ellos, he expulsado alumnos del aula y me he llegado a marchar de clase ante el más absoluto desinterés. Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok”.

El nivel de la asignatura ha bajado. “Impartimos menos temas de manera mucho más superficial”. Las normativas externas intentan que los alumnos no se esfuercen y aprueben con facilidad, de modo que el profesor debe engañar a los alumnos diciéndoles que han estado bien a pesar de que carecen de la más mínima calidad como alumnos universitarios: se expresan mal, no existe riqueza de vocabulario ni capacidad de comprensión, no leen de forma sistematizada y como exige la universidad. El resultado final es que se está llenando la sociedad de mediocres y que el autor del artículo citado confiesa que hace mucho tiempo que no recomienda a ninguno de sus alumnos a ninguna de las empresas con las que se relaciona.

Desde luego, debería ser muy preocupante esta situación tanto para los gobiernos como para los padres y madres. No es así, se ha unido un cúmulo de factores que lastran el desarrollo de un país. A ver ahora quién desenreda esta madeja, es evidente que no todos los jóvenes son así y que los hay muy responsables, pero ya se puede decir que el mundo digital -sin quitarle su enorme utilidad- ha infantilizado a la población, mayores, medianos y pequeños. Y que de ese mundo están brotando trabajadores kleenex que han vivido en la virtualidad y creen que pueden seguir viviendo en ella de por vida.