Como todo el mundo sabe la paranoia es una enfermedad mental que se caracteriza por la aparición de ideas fijas, obsesivas y absurdas, basadas en hechos falsos o infundados, junto a una personalidad bien conservada, sin pérdida de la conciencia ni alucinaciones. Es decir, la paranoia es eso de lo que padecemos la mitad de los españoles desde que llegó el SARS-CoV-2.
Yo estoy paranoico. Se me pasa al rato, pero soy paranoico. Ayer, me dio por pensar que tenía virus a barullo en todo el cuerpo y que era cuestión de tiempo dejar de respirar bien, comenzar a toser, tener que ir al baño corriendo o tener una fiebre insoportable. Pude ver los virus entrando y saliendo de mis orificios nasales. Pero se me pasó al rato, cuando me puse a leer en lugar de perder el tiempo con bobadas.
La gente está paranoica. Todos pensamos que nos van a infectar los demás, que nosotros jamás haríamos algo tan ordinario. Si alguien toca algo delante de nosotros le miramos con ojos acusadores, si alguien carraspea convertimos al sujeto en un súper contagiador; y si un desconocido se acerca echamos un par de pasos atrás. Si es conocido, no; si es conocido damos por hecho que no está infectado con la Covid-19 y dejamos que se acerque. Somos así de rumbosos.
Ayer mismo, en el Teatro Real de Madrid un grupo de personas impidieron que comenzase la función al estar convencidos de que estaban muy pegados unos a otros y que en la platea estaban más seguros que ellos (ya les digo yo que el Teatro Real se ha convertido en un quirófano con todo este lío y que la seguridad es importante). ¿Cuántos llegaron al centro de Madrid en Metro? ¿Cuántos van a la oficina y bajan la guardia desde que entran hasta que salen? ¿Cuántos habían estado tomando una cerveza en un bar antes de entrar en el teatro? La gente está paranoica para lo que quiere; somos paranoicos, pero se nos pasa enseguida. Si tenemos delante una tapa y una cervecita, ni Covid-19 ni historias. En mi caso, con un libro me conformo. Pero, al fin y al cabo, sufro la misma paranoia algo estúpida y desequilibrada que todos los demás. Me temo que deberíamos cambiarla por respeto ante la situación y sentido común, por cumplir con las normas básicas.