¡Este es mi huevo!

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31 ene 2021 / 04:01 h - Actualizado: 31 ene 2021 / 04:02 h.
  • ¡Este es mi huevo!

Así dicho, ¡con convicción! ¡con ímpetu! ¡con energía! así entoné "¡Este es mi huevo!" cuando la pasada noche, Alonso y yo nos disponíamos a cenar. Hago huevos duros muy a menudo porque son un alimento muy completo, con mucha proteína y parece ser que estoy aficionando a mi chico (me alegro). Volviendo a la cena de la pasada noche, tenía mi caldo de pollo casi listo (¡bien calentito para entonar el cuerpo!), cuando decidí ir al frigo a coger un huevo duro para migar en la sopa. Me entretuve un momento en poner la mesa y cuando volví a la cocina cogí el huevo duro y el caldo para llevarlos al salón, en ese momento mi novio me preguntó:

- ¿Has visto el huevo? lo había dejado aquí... -dijo señalando un plato que descansaba en la encimera-.

- ¡Este es mi huevo! - le dije enérgicamente mientras se lo enseñaba-. He llegado a la cocina un poco antes que tú, me he puesto el caldo y he sacado el huevo, fin de mi alegato -concluí muy segura-.

- Pues yo creo que es mi huevo, míralo, tiene una señalita en la parte de arriba... - me indicaba Alonso-.

Pues... Resulta que no era mi huevo

Sin hacer demasiado caso de las indicaciones de mi chico, me dirigí al salón con el caldo y con el huevo, pensando en el momento tan tonto que acabábamos de protagonizar... Pero vamos, ¡que el huevo era mío! -seguía pensando yo para mis adentros-. Una vez llegué a la mesa, solté las viandas, eché un ojo a la panera y me empecé a reír... ¿sería posible? ¡mi huevo era el que estaba en la panera! ¿por qué lo habría metido ahí? cosas que se hacen inconscientemente...

Rápidamente llamé a Alonso para enseñarle mi "hallazgo".

- Este sí que es mi huevo. Tenías razón, éste es el tuyo -le dije mientras se lo ponía en la mano, ya en un tono mucho más moderado-. Perdona...

Alonso se sonrió y exclamó:

- ¡Fin de mi alegato! -mientras volvía a la cocina...-.

Lo sé, esta escena cotidiana puede parecer una tontería porque no tuvo la mayor trascendencia pero, muchas veces, las cosas de la cotidianidad vienen envueltas en una invitación para reflexionar... ¿Te puedes creer que durante un rato me sentí un poco mal por como le había hablado a Alonso? luego los hechos demostraron que yo estaba equivocada y él tenía razón, aunque al principio yo no dudé ni un momento en afirmar que aquel era mi huevo, sin escuchar lo que él me estaba diciendo, sin comprobar la señal a la que aludía... Esto me hizo reflexionar sobre mi vehemencia, sobre ese punto de apasionamiento, un tanto irreflexivo, que suele acompañar a mi carácter... Con lo fácil que es pararse a escuchar, hacer las comprobaciones necesarias y parar ese primer impulso del "¡sé que tengo razón!", a base de templanza y paciencia...

¿Te suena el episodio? probablemente habrás vivido alguno similar y entonces sabrás que de las pequeñas tonterías, si no se paran a tiempo, se generan grandes algarabías... Tenlo presente la próxima vez que estés convencido de que "este es tu huevo", pues si no te bajas del burro, las consecuencias vendrán luego...