Esto no es el derbi

Vuelve a ensuciarse la imagen del Betis-Sevilla con un nuevo episodio de violencia

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10 may 2018 / 10:34 h - Actualizado: 10 may 2018 / 10:52 h.
  • Esto no es el derbi

No sienten los colores, ni saben lo que significa un escudo. No perciben la emoción que sobreviene cuando comienzan los mágicos noventa minutos de un derbi. Tampoco comparten los principios del deporte, y mucho menos han logrado entender el significado de afición.

El universo del fútbol deja a menudo incidentes como el ocurrido estos días a cargo de una serie de individuos, probablemente inconscientes, que utilizan de la peor manera posible a un equipo, a modo de justificación, para compensar sus carencias. Y es que el fútbol es, a menudo, un foco donde soltar frustraciones. La excusa perfecta para rivalizar, y un arma de doble filo cuando no se piensa en las consecuencias, más aún cuando no se conocen valores ni se tiene educación.

En estos casos no se trata de bufandas, banderas ni camisetas. ¿Cuánto vale una vida? Ese no es el precio de unos colores. Cuesta hacerse a la idea de que el fútbol valga tal nivel de violencia. Pero estas ramificaciones del deporte que sobrepasan la competición suelen ser muy comunes. El público no se extraña cuando se habla de peleas y reyertas. Más aún cuando se trata del derbi por excelencia.

Cabe preguntarnos si se condenan lo suficiente estos actos. Se justifica el riesgo. El fenómeno derbi tiene unas dimensiones abismales, es capaz de generar las emociones más, llegando a ser, por su repercusión, seña y bandera de la ciudad en estos días. Y aun así, sigue siendo vejado.

Algo se sigue haciendo mal, también desde dentro. No hay suficiente condena activa. A menudo se dirige la mirada hacia otro lado, se olvidan los hechos y se pretende que aquí no haya pasado nada. Lo que importa es el fútbol, sí, pero también es preciso dinamitar esta falta de respeto a la cordura. La realidad es que no hay mayor desprecio a la moral que hacer daño, y mayor insulto a la inteligencia si es con la excusa de unos colores. No se encuentra la fórmula para frenar esta manera de desprestigiar un sentimiento colectivo en el que cabe la gran mayoría. Es un proceso de largo recorrido, que comienza en la injuria verbal, esa gran aceptada, para fundirse en lo físico hasta explotar.

Con el derbi a la vuelta de la esquina, volvemos a no sorprendernos. Un nuevo brote de violencia sacude la fiesta y ambos clubes se han unido en su rechazo. Se antoja necesario que estas lecciones se mantengan a lo largo del tiempo, porque son los protagonistas del juego los que deben dar mayor ejemplo. Que no se haga la vista gorda ante cualquier mal comportamiento. La violencia, en ocasiones, no se previene desde dentro.