Estrellas del delito

Es increíble cómo los medios de comunicación en general, pero de manera especial la televisión, acaban por convertir a los delincuentes en estrellas.

A los tipos que componen la famosa Manada de los San Fermines, por ejemplo. ¿Es necesario sacarlos todos los días en la televisión, en todos los programas y en cualquier franja horaria? Hay un vídeo en el que se ve al guardia civil bailando una especie de rumba con movimientos de caderas algo sicalípticos y una tajada como un piano. Esa imagen la han repetido hasta la saciedad y no paran de hacerlo aun cuando ya ha habido una condena y están todos en la cárcel. Seguramente van a seguir haciéndolo porque el grave asunto de las manadas da juego a determinados programas.

Hay un efecto claro de emular a estos sujetos, de ahí la proliferación de delitos grupales de este tipo en pocos meses. No es de extrañar que El Prenda, uno de los miembros de la Manada sevillana, tuviera un club de fans en Facebook, que fue cerrado y que contaba ya con muchos seguidores, personas que pinchaban una pestaña para seguirlo.

O el caso de las fans de Miguel Carcaño, el asesino de Marta del Castillo. Adolescentes enamoradas de un joven al que sacaron tanto en las distintas televisiones que fue idealizado por cientos de muchachas que le mandaban cartas y regalos a la cárcel.

Está ocurriendo algo parecido con el caso del malagueño Borja, condenado a dos años de cárcel y a pagar una escandalosa indemnización a la familia del hombre que murió forcejeando con él cuando intentaba quitarle el bolso que le había robado a una mujer con violencia. Este chaval, Borja, es un héroe para unos y un asesino para otros, pero para determinados programas es solo un negocio. Y para Vox, donde recogen dinero para ayudarle a pagar la indemnización, un caso que ni pintado para seguir captando el voto de los descontentos con la Justicia.

No creo que lleguemos a lo que pasa en países como Colombia, por poner un ejemplo, donde importantes narcos o sanguinarios paramilitares han sido homenajeados porque regalaban carpetas o libros para niños pobres. Recordemos que aquí, en Andalucía, convertíamos a crueles bandoleros en héroes del pueblo por la cosa del romanticismo, la opresión de los gobiernos o la explotación de los caciques.