ETA dejó de matar hace unos años. Eso es un dato objetivo que no ofrece duda alguna. La banda mafiosa dejó de disparar a la nuca de militares, guardia civiles, policías o políticos. La banda criminal dejó de colocar bombas junto a casas cuartel de la Benemérita para asesinar a hombres, mujeres y niños. La actividad criminal de ETA, afortunadamente, ya es historia.; por cierto, una historia que nuestros jóvenes desconocen por completo. ¿Cómo es posible que hayamos permitido que nuestros hijos no sepan lo que ha estado ocurriendo en España durante tantos años?
Podría parecer que ETA desapareció por completo aunque es una enorme mentira, una infamia porque las víctimas siguen siéndolo y porque los objetivos que perseguían esos mafiosos criminales y sus simpatizantes (todos ellos alimañas sin escrúpulos) siguen siendo la esencia del programa político de EH Bildu. Tanto es así, que hoy, después de tantos años, esos objetivos están más cerca que nunca de ser alcanzados. Tras la derrota policial, el nacionalismo vasco más extremo, la voluntad de segregación de parte del territorio español o el arrinconamiento a todo lo español (incluidas las personas), son más factibles.
Desaparecieron los gatillos y, a cambio, llegó una actividad política que resulta esencial para que Gobiernos como el de Sánchez puedan hacer su trabajo. La importancia de EH Bildu en la política española es enorme y los beneficios que está consiguiendo esa formación política eran impensables hace unos años. El acercamiento de los presos de ETA (el último movimiento incluye a tipejos como Txapote o Parot, a un grupo de sujetos que han acabado con la vida de casi cuarenta personas; y es el pago por el apoyo parlamentario que recibe Sánchez). Sí, del mismo modo que existen las víctimas, los etarras siguen en este mundo. Y sus ideas.
Pedro Sánchez dijo en su discurso durante el homenaje a Miguel Ángel Blanco que buena parte de la dignidad de la sociedad española era producto del sufrimiento de las víctimas del terrorismo. Ahora, pisotea esa dignidad para asegurarse un puñado de votos.
Del mismo modo que aplaudí sin reservas que la portavoz de EH Bildu en el Congreso de los Diputados condenase la actividad terrorista de ETA, siento náuseas comprobando que se puede manejar el dolor como mercancía sin importancia por parte de un presidente del Gobierno que se arrodilla sin remedio ante una minoría.
ETA no ha desaparecido porque las ideas que se intentaron imponer a tiros continúan intactas. Y, como todo el mundo sabe, a la postre, una idea es mucho más efectiva que una bala de 9 milímetros. Ojo con esto.