El ministro de consumo, Alberto Garzón, quiere romper las barreras culturales y ha decidido, de acuerdo con fabricantes y distribuidores, que no se publicitan los juguetes de niños o de niñas sino que los juguetes sean todos para unos y unas y unas y unos para todos los juguetes. La verdad, me parece interesante y creo que científicos sociales, biólogos, genetistas y neurocientíficos estarán pendientes del experimento. No es nuevo, pero sí en España. Como resulta que el patriarcado opresor implantó estas diferencias hay que arreglarlas.
La neurociencia nos dice que hay neuronas encargadas de tomar nota y absorber las circunstancias que ocurren en el exterior. Por tanto, se supone que si el medio ambiente, por voluntad de Garzón, indica que los niños pueden jugar con Barbies, al poco tiempo el cerebro obedecerá ese deseo ministerial. Un experimento que ya tiene sus añitos -principios de siglo- descubrió que unas neuronas eran las responsables de que los monos movieran el dedo índice. Entonces, los malignos científicos, en una brutal acción penada por la ley del maltrato animal, les cortaron ese dedo a unos de esos animales y las mismas neuronas cambiaron entonces de trabajo y se dedicaron a darles órdenes al dedo corazón para que el animal lo moviera. Y eso en poco tiempo, no hizo falta que pasaran muchas generaciones. Tal vez si ahora les decimos a las neuronas encargadas de que las niñas jueguen con barbies que se han equivocado y se pasen a las pistolas y las espadas, lo hagan sin rechistar y tiren por tierra la opresión cultural del patriarcado opresivo que las obliga a entretenerse con muñecas. Habrá que comprobarlo.
Sin embargo, hay más. La eminente neurobióloga estadounidense Louann Brizendine ha escrito, hablado y experimentado sobre los juguetes y su utilización por niños y niñas, incluyendo a su hijo. Brizendine era una feminista que, a los 18 años, cuando estudiaba en California en los años 70 del siglo pasado, hablaba con sus compañeras de ideología de no diferenciar entre cerebros de niños y niñas, en cuestión de juguetería. En coherencia con este principio, años después, cuando tuvo un hijo, le regaló una muñeca Barbie. Su sorpresa fue que el niño destrozó la muñeca, no jugó con ella, sino que aprovechó sólo sus delgadas piernas para utilizarlas a manera de lanzas. A partir de ahí, Brizendine intensificó sus investigaciones sobre las diferencias entre los cerebros masculino y femenino. Comprendió que el feminismo debía ser fundamentado mediante la experimentalidad que ofrece la ciencia.
Una de las conclusiones es la siguiente: las niñas juegan con juguetes que pueden considerarse para niños mientras que al revés no suele suceder lo mismo: los niños no necesariamente juegan con objetos pensados para niñas. Lo que llama la atención de esta diferencia es que no tiene nada que ver con la educación recibida sino con la estructura cerebral innata. Para demostrar esto, los científicos norteamericanos llevaron a cabo un experimento muy conocido: con el fin de evitar la presencia de enseñanzas externas, esto es, de la cultura, le entregaron a un grupo de monos jóvenes, machos y hembras, juguetes con ruedas y muñecas de felpa para que “jugaran” con ellos. Las hembras de mono jugaron tanto con el juguete de ruedas como con el juguete de felpa. Sin embargo, los monos machos, por unanimidad, se inclinaron siempre por el juguete de ruedas, si les daban muñecas de felpa las agarraban y las lanzaban lejos. Los científicos no entienden aún del todo este comportamiento, a ver si ahora, gracias a la iniciativa de Alberto Garzón, por fin nos explicamos el misterio. Va a ser algo clave, es evidente que puede que estemos alumbrando una nueva etapa social, cultural y de la ciencia. En principio, este comportamiento simio nada tiene que ver con educaciones patriarcales. Veremos si esta vez el nieto de Louann Brizendine, si es que lo tiene porque su hijo ya debe gozar de pelitos en las axilas, no manda a hacer puñetas a la Barbie y juega con ella a que es Irene Montero contrayendo matrimonio con Alberto Garzón. De verdad, en serio, la decisión de Garzón me parece importante para el estudio del comportamiento humano.