Este es un pequeño texto que escribí hace muchos años en concreto durante 1987. Me gusta poco buscar entre los viejos papeles. Sin embargo, encontrarme con este ha sido casi emocionante. Después de tanto tiempo, sigo pensando exactamente lo mismo. Y ella, la que fue mi novia y ahora es la madre de mis hijos y mi esposa, me sigue retocando la vida prestándome los ojos.
«¿Qué es el mundo? ¿Qué son las personas? ¿Y los objetos?
Creo que todo es uno, que todo es lo mismo maquillado con leves diferencias que nos confunden. Y que es eso que llamamos estado de ánimo. Y que sólo cambia cuando miramos a través de ojos ajenos, cuando aprendemos cómo se hace; cuando entendemos que nuestros cambios son minúsculos, pero que alguien nos presta su propia mirada para que disfrutemos del cosmos por completo o para que queramos morir en ese instante. No se me ocurre nada más grandioso que descubrir lo oculto tras un préstamo que llega de improviso para deshacer la vida. ¿No es eso estar enamorado? ¿No es eso sentir alegría? ¿Acaso se puede sentir odio o tristeza en solitario, sin que intervengan otros?
La vida es una acumulación de matices que perfilan la realidad. Pintamos el cuadro y luego nos lo explican otros. Y dedicamos media vida a explicar el de los demás. El mismo cuadro, el mismo mundo; un día nos apasiona, otro nos enloquece. Y el mundo construido como un gran todo. Dentro de cada cual. Nuestro ánimo».