Fanáticas de un mundo mejor

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11 may 2020 / 14:01 h - Actualizado: 11 may 2020 / 14:04 h.
"Excelencia Literaria"
  • Fanáticas de un mundo mejor

Por Nuria Torrubiano

Ganadora de la XV edición

www.excelencialiteraria.com

El día que mi madre me propuso que cursara robótica en el colegio como asignatura extraescolar, no se dio cuenta del embrollo en el que iba a meterme. Pero como mis hermanas mayores eran ya veteranas en la materia, consideré que sería interesante el arte de dar vida a un ser inanimado... ¡con piezas de Lego!. Así fue cómo el día que dije <<sí, quiero>>, las horas libres dejaron de existir para mí. No porque alguien me obligara o me presionara, pues era yo la que libremente, a las siete de la mañana, me levantaba, cogía la caja de piezas de Lego llena de sensores y motores y trataba de inventar nuevos artefactos. Poco sabía por entonces de programación, y mucho menos de mecánica, pero reconozco que me lo pasaba en grande.

Durante las lecciones, me fascinaba comprobar cómo con unas pocas piezas construíamos una guitarra eléctrica que emitía notas musicales distintas, según la proximidad de nuestras manos a un sensor; o cómo una impresora elaborada con fichas de colorines escribía cualquier nombre que se tecleara en el ordenador, trazando las letras con un lápiz encajado en un mecanismo.

Una vez mis amigas y yo empezamos a dominar los términos de la robótica (que son muchos y complicados), así como las funciones y estrategias de automatización, nos inscribimos a la First Lego League, una competición mundial que consiste en la creación de un autómata capaz de superar diversas pruebas, a la que hay que sumar un trabajo de investigación según la propuesta de cada convocatoria.

Hace cuatro años que empezamos a participar y no puedo decir que el esfuerzo haya sido en vano. El trabajo en equipo, el aprovechamiento del tiempo y el reto de resolver el complicado problema de innovación que nos plantea la organización en cada convocatoria, es mucho de lo que hemos recibido a lo largo de este tiempo. Además, que los integrantes de mi grupo seamos chicas, nos ha ayudado a que los momentos de risas y amistad hayan estado siempre unidos al trabajo. Si en la primera edición apenas teníamos claro hasta qué punto iba a gustarnos la robótica, después de ver los resultados sabemos que nos apasiona.

Quisiera animar a todos los adolescentes que tengan curiosidad por conocer qué se esconde en la extraña apariencia de los autómatas, a que den un paso adelante y los investiguen. Tras los cables hay mucho más de lo que uno se pueda imaginar. Quizás, después de observarlos se convertirán, como nosotras, en fanáticos de un mundo mejor.