Hablar de la Farándula Don Bosco es hablar de cultura con mayúsculas. Esta agrupación, que cumple el próximo 24 de junio cien años, nació de la Asociación de Antiguos Alumnos Don Bosco de Sevilla-Trinidad, decana de España (1902). Los amantes del teatro –entre los que me encuentro– no dejamos de sorprendernos viendo cómo un grupo de personas con el altruismo por bandera disfrutan, pero también se esfuerzan, en realizar y ofrecer obras para beneficio de una ciudad necesitada de acciones culturales como el teatro. En su haber no sólo destacan las cientos de obras de teatro que como agrupación llevan realizadas, sino también la asunción de iniciativas dignas de mención como es dar cultura a y por los más pequeños, enseñando valores desde edades muy tempranas.
Por encima de todas la obras es de justicia destacar una de ellas como es la tradicional Pasión de Cristo, donde año tras año se ha convertido en un clásico no ya en nuestra ciudad sino también en muchas localidades andaluzas.
Estos cien años de servicio a una ciudad bien vale que este grupo pudiesen cumplir un sueño y una reivindicación que desde hace muchos años me consta llevan pidiendo y, también desde hace muchos años, mereciendo. Esa ilusión no es otra que pisar el Lope de Vega como icono cultural por antonomasia en cuanto al teatro sevillano se refiere.
Qué mejor agradecimiento de una ciudad, de un Ayuntamiento, a quien desde 1916 –y con motivo de su centenario– lleva contribuyendo a elevar el nivel cultural de Sevilla.
Decía Miguel de Unamuno que «la libertad que hay que dar al pueblo es la cultura». Pues le doy las gracias a la Farándula Don Bosco por ofrecernos y darnos –con su aportación humilde y constante– libertad, que es lo mismo que decir cultura. Pero cultura con mayúsculas.
Mientras tanto ¡sé feliz!