La Tostá

Feliz cumpleaños, señor Vallejo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
15 oct 2020 / 06:16 h - Actualizado: 15 oct 2020 / 06:19 h.
"Flamenco","Arte","La Tostá"
  • Manuel Vallejo.
    Manuel Vallejo.

Sevilla sigue teniendo una asignatura pendiente: la de hacerle justicia a uno de sus mejores cantaores, Manuel Jiménez y Martínez de Pinillo, Manuel Vallejo, que hoy hubiera cumplido 129 años, de estar vivo. ¿Por qué Vallejo? Era el segundo apellido de su padre, Manuel Jiménez Vallejo, quien al casarse con Manuela Martínez de Pinillo y Vara, vino al mundo el genio del cante sevillano el 15 de octubre de 1891 en el número 1 de la barreduela de Padilla, en San Marcos, un callejón que desemboca en San Luis. Era el segundo hijo de los cinco vástagos del matrimonio. Y, que sepamos, el único que salió con el don del arte de cantar. Porque lo del señor Vallejo era un don.

Fue lo que llamamos un niño prodigio, que asombraba a los viejos aficionados del Barrio de la Feria cuando cantaba por las calles con la Niña de los Peines y el Niño Medina, que eran prácticamente de la misma edad. Algunos flamencólogos se asombran del enorme parecido entre Pastora Pavón y el Niño Medina, pero es que se criaron juntos y aprendieron de los mismos maestros y aficionados de San Román, San Juan de la Palma y la Alameda.

Pastora y Vallejo fueron rivales en los escenarios, pero hermanos fuera de ellos. En un disco de pizarra del maestro, le dice la cantaora calé: “¡Viva el rey del Cante!”. Y don Manuel la llamaba Emperaora o Jefa. Nadie podía hablar mal de la Niña en presencia de Vallejo, o al revés. Fueron sin la más mínima duda los dos grandes genios de Sevilla, los intérpretes más largos y los más grandes del cante, sin desmerecer a Tomás Pavón o Manolo Caracol, Manuel Centeno o Manolo Escacena, por hablar solo de artistas sevillanos.

Cuando Manuel Vallejo fue galardonado con la II Llave de Oro del Cante en Madrid (1926), Sevilla le debió rendir honores, pero aquellos años eran cicateros para los artistas flamencos. Murió sin reconocimientos dignos de mencionar aquí. En 1982, a los veintidós años de su muerte -murió el 7 de agosto de 1960-, se le puso un azulejo en la calle San Luis por iniciativa de Antonio Mairena, que le tuvo siempre un respeto. Y en 1891, la Peña Flamenca Torres Macarena conmemoró el centenario de su nacimiento con una exposición, charlas y recitales en su local social. Y se acabó, siendo lo que fue, un genio del cante.

Alguien sugirió la idea de ponerle un monumento en la Alameda, como a Pastora (1968), pero fue solo una sugerencia. El vallejismo nunca tuvo la fuerza del mairenismo, entre otras razones porque don Manuel no se preocupó jamás de cuidar a sus seguidores, de ahí que acabara solo y pobre, sentado ya de viejo en Las Maravillas, el desaparecido bar de la Alameda, esperando a que alguien pasara, lo reconociera y le echara un café.

Así acabó el más grande del cante sevillano. Una vez más, y no sé cuántas van ya, pedimos que el Ayuntamiento inicie los trámites para que el maestro tenga un busto en la Alameda, como Pastora y Caracol. Yo lo sentaría en una silla de aneas mirando hacia San Lorenzo.