La vida del revés

Filomena, mon amour o el caos en Madrid

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11 ene 2021 / 14:31 h - Actualizado: 11 ene 2021 / 15:10 h.
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  • Puerta de Alcalá de Madrid. / EFE
    Puerta de Alcalá de Madrid. / EFE

Relatar con detalle qué es lo que está sucediendo en Madrid es muy difícil. Resumiendo mucho la cosa, podemos afirmar que Madrid es una ciudad paralizada, impracticable. Las personas no caminan, resbalan. Los coches no pueden circular por dos razones: unos están pegados al asfalto a causa del hielo; otros derrapan hasta chocar contra los que están aparcados. El caos se ha apoderado de la ciudad. Los niños no pueden ir al colegio; los ancianos no pueden ir al médico (por la Covid-19 y por Filomena aunque, a decir verdad, no son pocos los que entran por urgencias con las caderas rotas a causa de una caída); la gente se afana por trabajar desde casa para evitar accidentes... Una estampa preciosa de la ciudad nevada comienza a ser una auténtica pesadilla.

Lo mejor, como ya es costumbre en estos casos, son los ciudadanos. Ayer, cientos de personas se pusieron manos a la obra. Con palas, recogedores de los que se usan al barrer, bandejas de horno, con cualquier cosa con la que se pudiera coger algo de nieve. Se hicieron caminos que hoy han servido (si no estaban congelados) para poder llegar a los trenes de cercanías o al metro. Esta mañana, los conserjes de las fincas han trabajado como si fueran uno solo. Cada acera se ha ido despejando. Aun así, Madrid sigue siendo una ciudad inmersa en el caos. Los árboles siguen caídos aquí y allá; sigue habiendo decenas de vehículos abandonados en las carreteras; los suministros en los supermercados son escasos (nada de carne, nada de pescado, nada de fruta, nada de verdura, poquísimos lácteos...).

El ridículo lo han vuelto a hacer algunos políticos. Unos con la pala en la mano para quitar medio kilo de nieve y hacerse una foto, otros de punta en blanco mirando una pantalla para ser informados. ¿Que querrán saber? Mejor que se den una vuelta por la ciudad y por los hospitales. También a esto han llegado tarde, mal y nunca. Todos.

El colmo ha sido leer un tuit triunfalista de uno de los consejeros del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid (de poco antes de comenzar el rock and roll) que decía: «Para las nevadas que se prevén estos días tenemos nuestro dispositivo de vialidad invernal en las carreteras con: 271 efectivos, 57 quitanieves, 2 turbofresadoras, 4.500 toneladas de sal, 10 plantas de salmuera. ¡Pero tu colaboración y prudencia son imprescindibles!» y poco después (pala en mano y vestido con ropa de marca impoluta) ver al vicepresidente pedir que nos pusiéramos a currar porque la cosa había salido regular. Deberían haber dejado el tuit en «tu colaboración y prudencia son imprescindibles». Son patéticos.

Es verdad que nadie esperaba esto. La nevada ha sido miedosa. Pero ya son muchas veces las que hemos escuchado que no se podía prever lo que nos venía encima; esto apesta a ineficacia y a estupidez.

Este año promete grandes emociones. Ah, y de la pandemia ni hablamos. Terrible e imparable.