Pasa la vida

Francia se ha desnortado

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
20 mar 2023 / 06:28 h - Actualizado: 20 mar 2023 / 06:28 h.
"Pasa la vida"
  • Francia se ha desnortado

Arde París con fuego prendido en la basura putrefacta. Arde Francia aplicándose un 'brexit' para guillotinarse su porvenir. La encrespada controversia sobre la edad de jubilación no es la única causa ni el único efecto de la grave crisis política y social que está tambaleando la evolución de la república gala. Un país donde aún mucha gente se cree que son la avanzadilla revolucionaria del mundo moderno y no se dan cuenta de que a pasos agigantados se están convirtiendo en el territorio de la involución. Echándose en brazos de partidos extremistas y de movilizaciones cegatas que promueven pan para hoy y hambre para mañana.

En Francia están bloqueados desde 2020 los intentos de consensuar que se demore dos años la edad de jubilación, pasando de 62 a 64. Quienes encabezan las manifestaciones encuentran eco a sus proclamas para arremeter contra el Gobierno con el ilusorio objetivo de que se baje a 60 años el momento en el que la población deje de trabajar y comience a ser pensionista. Y el presidente Macron ha mutado de bombero a pirómano al ordenar un decretazo, por no disponer de apoyos suficientes en el Parlamento, para que se apruebe por bemoles la reforma en favor de fijarse en 64 años el fin del periodo laboral. Y adelantar al año 2027, respecto a lo legislado previamente para que comenzara en 2035, la entrada en vigor de la ampliación del periodo de cotización de los 42 años actuales a 43 para percibir el máximo de pensión posible. Millones de habitantes de los países fronterizos están ojipláticos con la conflictividad que depara este tema en Francia. En Alemania, el promedio de jubilación está en 65,8. En España, en 66,3. En Italia es 67. En Bélgica y Luxemburgo se jubilan a los 65, en Suiza a los 64. En Reino Unido, a los 66. Pero en Francia ya acumulan seis huelgas generales para impedir un cambio gradual de la edad de jubilación, a un ritmo lento de tres meses más cada año, hasta redondear que en el 2030 se establezca en 64 años. Como si no quisieran saber que la pirámide demográfica se ha volteado hacia el envejecimiento, y los mantras del pasado no valen para sostener los presupuestos de bienestar social.

El apogeo de la polarización, revestida con la engañifa del patriotismo, la bandera tricolor y el canto a coro de 'La Marsellesa', está socavando los pilares de la estabilidad francesa. La falta de consenso para los procesos de actualización de su sistema socioeconómico (cada vez más lastrado por la desigualdad) y de su gobernanza (excesivamente centralista), aboca a que se produzcan choques de 'todo o nada' donde las discrepancias en un tema importante se convierten por elevación en un pulso donde está en juego conservar o derribar el gobierno. Por esa lógica perversa están planteadas dos mociones de censura contra el gabinete de la primera ministra Elisabeth Borne.

Desde el Palacio del Elíseo, Macron no puede olvidar que, por el bien de la democracia francesa, ha de refrenarse en su potestad presidencialista y resolver la crisis mediante acuerdos parlamentarios, por muy cerriles que estén ahora las posturas. Porque él ha sido el dique para impedir la llegada al poder de la ultraderecha tras el hundimiento de los grandes partidos conservador y socialista que lideraron el desarrollo de la nación durante 70 años. Pero si gobierna con autoritarismo, imponiéndose a la vez que mengua la base social de los pactos de Estado, estará contribuyendo a darle coartada a la marea ultramontana que para las próximas elecciones pedirá aún con más intensidad un voto irracional y de cabreo que dé las llaves del poder a los salvapatrias. Y entonces quienes se jubilarán rapidísimo para hacer las maletas y escapar de la represión serán la Liberté, la Egalité y la Fraternité.