La Tostá

Francisco Frutos o la integridad

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
27 jul 2020 / 07:42 h - Actualizado: 27 jul 2020 / 07:43 h.
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Primero Julio Anguita, y ahora Francisco Frutos. Se está yendo lo que quedaba de aquella izquierda que hacía que te dieran ganas de ir a votar para que cambiaran cosas en nuestro país, aunque no gobernáramos nunca a lo grande. No solo ir a votar, sino salir a la calle a pelear en buena lid por unas ideas. Políticos de izquierdas íntegros y no estos de ahora, como Monedero, que se comparó ayer con Lorca porque lo abuchearon en un local de Sanlúcar de Barrameda. Siempre me recordó Paco Frutos a los comunistas que luchaban en Su Eminencia y Palmete, en los setenta, para que saliéramos de la pobreza y peleáramos por nuestros derechos y nuestra dignidad en la calle. A Loyola o El Menda, por ejemplo, dos trabajadores comprometidos con la libertad. O a José Luis Molano y Antonio Montilla, el de Morón. Frutos era hijo de campesinos y trabajó en el campo hasta los 25 años. Y sindicalista de CCOO. No tenía cara de político, sino de trabajador del campo, de lo que era. Hablaba y estabas viendo el sufrimiento y la nobleza de sus padres. Sucedió a Anguita en la dirección del PCE (Partido Comunista de España), en 1998, y fracasó estrepitosamente como candidato a la presidencia de España por Izquierda Unida, que perdió casi la mitad de su electorado y 13 diputados, siendo el principio del fin. No arrojó la toalla, pero en 2008, cansado, cedió el testigo y, aunque no se apartó del todo, dejó que otros lo hicieran mejor. O peor, según cómo se mire. También es verdad que IU está hoy en el Gobierno, pero, ¿cómo está? La cartera ministerial de Garzón no vale nada al lado del recuerdo de aquellos diez años en los que Francisco Frutos trabajó para que el comunismo español se viera como una fuerza política españolista, lejos del independentismo y el forraje que hoy existe en la izquierda populista y marrullera que tenemos. A veces, la política se debería ver como algo que no debe de obsesionarse con el poder o el trincar cacho. A Frutos jamás se le vieron esas ansias de poder que tienen hoy Iglesias o este que se acaba de comparar con Lorca, que es como si Iglesias se comparase con Felipe González. Por eso quizá me ha apenado la muerte del líder comunista, porque llegó, lo intentó, fracasó y se fue a casa para no molestar a nadie, aunque dejándonos, eso sí, este desolador panorama.