La infanta Elena ha castigado a su hijo, Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón. Le manda a vivir con el abuelo. Destino: Abu Dabi. A lo calentito, a vivir de coña por la cara, a seguir parasitando aunque lejos de aquí.
Este muchacho se ha caracterizado siempre por su carácter y por su facilidad para meterse en líos. La cosa va desde dispararse en un pie hasta verse implicado en una riña callejera con navajazo incluido a un tercero. No escatima el joven Froilán y si tiene oportunidad ofrece titulares maravillosos y nutre a los republicanos de razones para pedir el fin de la monarquía en España. Es el peor enemigo de Felipe VI; él y su hermana.
El caso es que, entre pitos y flautas, nos estamos quedando sin estirpe real. Despacito aunque sin pausa. Y lo peor de todo es que se nos han ido al desierto los dos más notables. Ahora, la pregunta es si Froilán será capaz de aprender del abuelo todo lo necesario para llegar a ser rey de España. Porque nos hace mucha gracia todo lo que rodea a este Froilán, pero está en los tacos de salida para ser rey. En concreto, en la calle cuatro. Y si este muchacho fuese coronado nos haría menos gracia. Ni pizca, me atrevo a decir.
Nos cuesta una pasta mantener a este elemento mientras está en España. Nos costará un dineral viviendo en Abu Dabi. ¿Alguien duda que todo esto lo pagamos entre todos? Solo se me ocurre una forma de lograr que los gastos se los pague él mismo: que publique sus memorias, igual que el inglés, para contar detalles desconocidos de esas tarjetas black a las que tuvo acceso Froilán, a esos accidentes con coches que se taparon, a esas peleas que se convirtieron (de la noche a la mañana) en pequeños conflictos en los que Froilán logró hacer labores de voluntario comprometido con los heridos y que terminaron con Froilán liderando el movimiento solidario con los más pobres de Madrid. Que escriba. A ver si nos sale algo más barato.
Va a estar con el maestro de los maestros. Seguramente no ha sido la infanta la que haya tomado la decisión de enviar al niño tan lejos. Es posible que la Casa Real tenga algo que ver. Así vamos blanqueando algo que comienza a tener muy difícil arreglo. Ahora falta la niña. Todo en orden.
