Viéndolas venir

Generación blandiblú

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Álvaro Romero @aromerobernal1
01 jun 2022 / 18:14 h - Actualizado: 01 jun 2022 / 18:19 h.
"Viéndolas venir"
  • Generación blandiblú

Estamos criando a una generación tan descarada y peligrosamente blanda, que no tendremos quien nos sostenga cuando llegue nuestra hora. Y todo llegará. Hasta la suya. Hay papis y mamis que piensan –creo que tan sincera como equivocadamente- que están siendo mejores que sus padres por haberse convertido en servidores de sus propios vástagos; que se afanan por evitarles todos los golpes, desengaños, tristezas y frustraciones. No los más crueles, sino todos. Y lo que están consiguiendo es evitarles el más básico de los aprendizajes vitales. Se aprende a vivir viviendo. Y sufrir -caer y levantarse- forma parte elemental del imprescindible descubrimiento de en qué consiste rigurosamente vivir.

Es inquietantemente vergonzoso que haya papis permanentemente dispuestos a darles la razón a sus niños en todo. Siempre, en cualquier contexto, sin dudarlo, bajo la falsa premisa de que apoyarlos es, invariablemente, no dudar jamás de lo que les cuenten y creer a ciegas que el mal, la equivocación y la injusticia están siempre en la acera de enfrente. Es tenebrosamente inquietante que abunden cada día más los papis que reservan viajes, premios, galardones y serpentinas antes de que sus hijos consigan no nada extraordinario, sino eso a lo que están obligados como el resto de sus iguales.

Lo que verdaderamente da pavor, porque a este paso vamos a sufrir sus consecuencias, es que, en esa confabulación general para criar a esta generación blandiblú que nos acecha al otro extremo de la década que compartiremos, no participan solo los papis, sino todas las instituciones –públicas y privadas, pero sobre todo públicas- que tienen algo que decir con respecto a la Educación integral de quienes pagarán nuestras pensiones.

Es tremendamente fácil e irresponsable amontonar a todos los jóvenes, sin excepción, en el presunto derecho de llegar adonde sueñen, sin esfuerzo alguno, por el mero hecho de ser jóvenes. Porque al margen de que todos terminen votando, al margen de que todos terminen satisfaciendo las frustraciones atrasadas de sus papis, al margen de que la tele nos machaque cada día con el mantra de que para conseguir cualquier cosa basta con desearla y nada más, solo el tiempo termina siendo juez imparcial. Y el batacazo, no solo individual, va a tener derivadas absolutamente incontrolables.