La Tostá

Grandes valores de Almudena

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
28 nov 2021 / 09:39 h - Actualizado: 28 nov 2021 / 08:40 h.
"La Tostá"
  • Grandes valores de Almudena

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Una noche, en Madrid, Enrique Morente me presentó a Almudena Grandes y a su compañero, el poeta granadino Luis García Montero. Él me pareció un hombre agradable y culto. Ella, coherente y necesaria, sencilla y nada tendente al protagonismo. Ya era lector empedernido tanto de sus novelas como de sus columnas en El País. Me impactó Los aires difíciles (Tuskets, 2002), la vida de Sara Gómez y Juan Olmedo. Aquella noche en Madrid fue de una importancia vital en mi vida por varias razones. Conocí al genial Morente esa misma noche y a otros artistas, escritores y periodistas que él me presentó, como José Luis Balbín, la actriz María Asquerino, Pastora Vega o el actor Pepe Sacristán. De todos ellos me quedó algún recuerdo agradable, pero de Almudena me quedó algo más que un recuerdo: gracias a aquel encuentro leí luego, con los años, casi toda su obra literaria, en la que hay mucho de ella misma, de su manera de entender la política, la vida, la amistad y las relaciones humanas. Me gustaba de ella que no forzaba nada de su personalidad para agradar y que se mostraba tal como era, sencilla y nada presumida. Cuando se le preguntaba al cantaor Antonio Mairena sobre la pureza del cante, solía decir que era el sabor al paisaje. O sea, que una soleá de Alcalá no te podía llevar con la imaginación a Pontevedra, sino a las cuevas del Castillo de Alcalá, donde hizo su vida Joaquín el de la Paula, el rey de esos cantes. Cuando leo a Almudena Grandes, su literatura me sabe al paisaje patrio y me lleva a la España de las últimas décadas, que tan bien retrató. Mujer comprometida políticamente, pero crítica, exigente, valiente y libre. Ayer casi todos los comentarios en las redes sociales sobre su muerte destacaban que era una mujer de izquierdas, como si esa condición la hiciera más importante como escritora, de lo que es, con independencia de su ideología. Era una mujer de grandes valores y eso está por encima de filiaciones políticas. Su coherencia era impresionante, admirable, y si no ha dado bandazos fue precisamente por su sentido de la coherencia y el compromiso personal con sus ideas. La noticia ayer de su muerte me dejó tocado y recordé aquella noche en Caripén, lo que antes fue el tablao de Lola Flores, enfrente del Senado. Me bastaron solo dos horas para saber que María de la Almudena, que así se llamaba, era una rara avis.