Hablando con el cielo

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21 feb 2021 / 04:00 h - Actualizado: 21 feb 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
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Decía Tagore que "los árboles son el esfuerzo de la tierra por hablar con el cielo que escucha", ¡cuánta verdad y sencillez hay en esta frase!, en realidad, siempre hemos sabido que la naturaleza es sabia... Las palabras de Tagore resonaron en mi mente ayer, cuando daba un paseo con mi tía Angelita por Triana, ¡mi Triana eterna! siempre que voy por allí, mi alma se inspira... Parecía que estábamos inaugurando la primavera por el día tan bueno que disfrutábamos, ¡como si fuéramos personajes de una acuarela! el cielo celestón (adornado con algún que otro "borreguito"), el Lorenzo saludando desde su balcón, buena temperatura... ¡una delicia de mañana! que después de tanto enclaustramiento, el privilegio de poder disfrutar de un día así casi que cotiza en Bolsa...

Y tú, ¿qué pintas?

Paseando por la calle Betis, nos fijamos en tres pintores que se esmeraban en plasmar el río y la Torre del Oro. El primero tenía un lienzo pequeñito y estaba tan encima del cuadro que apenas se veía lo que estaba pintando; el segundo, había pintado una especie de bolas rojas "clavel reventón" como flotando en el río y junto a La Torre del Oro; la pintura del tercero fue la que más nos gustó, excepto por un detalle... Había sustituído el cielo azul por una especie de bóveda gris y negra, ¡mi tía estuvo a punto de hablar con él para preguntarle que por qué había hecho tal cosa! Tengo la sensación de que el que pintaba era el ánimo del pintor porque como en la escritura, la escultura, la música o cualquier otro arte, la obra suele ser el resultado de la visión y del estado emocional del artista, quizás aquel pintor estuviera triste... Al final decidí que me gustaba más la pintura de las bolas rojas, ¡aquel hombre debía de estar muy contento!

En modo ficus...

Al llegar al Altozano, nos quedamos mirando el majestuoso ficus que preside la plaza, le hice unas cuantas fotos porque me pareció verdaderamente imponente, sobre todo el tronco... Nunca había visto un tronco como ese... Denotaba solidez, fuerza, resistencia... Eran como cuatro troncos en uno, como si con el paso de los años, se hubieran fundido para ratificar una especie de acuerdo de unidad que les permitiera ganarle el pulso a Cronos, obteniendo como premio la presidencia perpetua del Altozano... ¡Que cierto es aquello de que la unión hace la fuerza! A mí parecer, gracias a eso, aquel original "presidente" había logrado mantenerse tan lozano y había conseguido, no sólo conservar su tremenda altura, sino seguir creciendo... Levanté la cabeza para admirar su copa, prácticamente le daba sombra a toda la plaza con sus numerosas ramas salpicadas de un intenso verde alegría... ¡ahí es cuando vino a mi mente Tagore! "los árboles son el esfuerzo de la tierra por hablar con el cielo que escucha"... Sin duda, aquel magnífico ficus era un gran orador, estoy convencida de que no sólo el cielo lo escuchaba, sino que con sus profundas raíces y su singular tronco era capaz de llamar la atención también en la Tierra, como una suerte de consejo viviente para los humanos: quien conserva sus raíces y comp-arte, esto es, hace del compañerismo un verdadero arte, moldeando la unidad, consiguiendo que se distinga la diversidad desde la cercanía, desprendiendo buena energía... ¡ese crece como merece! porque deja claro que no sólo mira por sus intereses, que es un elemento solidario y no solitario, ¡ese triunfa en cualquier escenario! De repente, le dediqué un sentido "¡olé!" mental a aquel prodigio de la naturaleza por ser tan ejemplar. Nada para llenar la mañana como un buen paseo por Triana...