¡Hágase un cínico, hombre! Verá qué bien

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06 abr 2021 / 07:04 h - Actualizado: 06 abr 2021 / 07:15 h.
"Opinión"
  • Mary Cassatt. En el Palco (1879)
    Mary Cassatt. En el Palco (1879)

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¿No le parece a usted que una visión cínica sobre la vida puede dar un alivio inconmensurable? ¡Hágase cínico!

Si no hay quien entienda nada, si todo es de una complejidad insufrible, si ya la realidad no responde ni a sus teorías de la conspiración (¡qué va a ser esto, hombre!), dele al botón de «Ver con cierto cinismo», como riéndose de todo. ¡Si se va a morir! ¿Se va a preocupar? Ríase del Coletas intentando asaltar la Puerta de Alcalá montado en su burrito Errejoniano; ríase del partido que quiere hacerlo todo bien, con equilibrio entre la derecha y la izquierda y ve que sus cargos quieren emociones más radicales y se largan; ríase de un partido que gobernó durante años porque consiguió con sobornos empresariales tener más dinero para campañas que los demás (participó «dopado»); ríase de cómo todo el mundo se ha puesto de acuerdo para criminalizar a un partido que después de obtener millones de votos «interesa» que parezca que es la extrema derecha fascista (¡respetad esos votos, hombre!); ríase de un gobierno que cercena sus derechos de la noche a la mañana con la aquiescencia de un pueblo asustado (¡Ay, si Vox hubiera impuesto un toque de queda, ay, la que le habría caído!).

Mire, ríase, procure que los disparos no le alcancen, meta la cabeza en el agujero de las series de televisión y más vale que no piense mucho porque como piense se va a poner a quemar todo y usted ya sabe -lo sabe- que eso no sirve para nada (vio las Torres Gemelas caer y no pasó na’).

La Escuela Cínica defendía que conquistar su propia autonomía era de hecho el verdadero bien. Pero ¿quién conquista su autonomía si estamos pillados por todas partes? Desde las obligaciones familiares al control de las empresas informáticas (tarjetas, móviles) y del Estado, que se ha apuntado a tenerlo fichado a todas horas y en todas partes.

En los años 70 cuando un comunista estaba harto del control estatal saltaba el Muro y se liberaba; cuando un capitalista estaba harto de ver las diferencias de clases y sufría la visión de la desigualdad, saltaba el Muro y se esclavizaba igualitariamente (»todos tenían una manzana y una caja de leche», decía Vázquez Montalbán: «¡todos!»). ¡Pero al menos tenían una alternativa! Hoy ¿a dónde saltamos para evadirnos del control de unos y otros, de la estulticia de los más y de la manipulación de empresas y Estado?: al Cinismo. A esa pose de «venga, pelearos», de «venga, jodedme la vida con normas, que ya me las saltaré como pueda», de «venga, amargadme con el Telediario», que yo lo contemplo todo y me río. Quizás porque sepa, como los Cínicos de Grecia, que voy a morir o quizás porque sepa que el mundo no es más que una gran escena de un teatro y sobre él sólo hay actores de pega. Quizás los cínicos lo que descubrieron fue que mirando la escena asomados al palco todo parece muy divertido, hasta las tragedias, y se sacaron un abono.

Y, como diría un buen Cínico, no olviden que lo importante es sobrevivir.