Hallazgos

Image
08 sep 2019 / 05:00 h - Actualizado: 08 sep 2019 / 05:00 h.
  • Hallazgos

"Quien busca, encuentra" reza el refrán, lo que no explica el dicho popular es que encuentres exactamente lo que querías... A veces, en esa aventura que es la búsqueda física, mental y emocional hallamos algo que nos hace tirar por otro camino, una ruta diferente a la que teníamos en mente en un principio y sin embargo, nos reporta tal satisfacción el encuentro que acabamos olvidando nuestra búsqueda original para disfrutar al máximo de ese nuevo hallazgo...

Rozar con el aliento

Parece una poesía pero no, es el significado original de "hallar". Cuando vives tu "instante Colón", erigiéndote en descubridor de alguna pequeña maravilla cotidiana, tu aliento roza ese algo como si quisiera acariciarlo con suavidad, en una mezcla de prudencia e incredulidad por haber dado con ese pequeño tesoro que tienes entre las manos, en un intento de infundirle la misma vida que te está regalando al mostrarse ante tí...

Eso exactamente fue lo que sentí ayer, cuando buscando unos papeles, encontré otros de los que no tenía noticia... Eran dos cajas repletas de papeles, ya amarillentos por el paso del tiempo pero en bastante buen estado de conservación. La curiosidad me hizo explorar las líneas que permanecían dormidas, sobre aquellas hojas, esperando que alguien las rozara con su aliento y les infundiese vida de nuevo... Eran letras con "fecha de inauguración" (todas fueron escritas entre el 68 y el 73) pero no tenían término, quiero decir que, en cierta forma, eran letras eternas, sin fecha de caducidad: tenía entre mis manos dos cajas repletas con las cartas que mis padres habían intercambiado cuando eran novios... ¡menudo hallazgo!

Entre cientos... ¡te encuentro!

Habría algo más de cien cartas, primero disfruté mirándolas, tocándolas y ¡hasta oliéndolas! Luego cogí varias y me detuve a leerlas... Mira que había material para elegir, pero entre todas aquellas cartas que atesoraban esas dos cajas, me decanté, al azar, por aquellas... (creo que lo mismo suele pasar con las personas que marcan una diferencia en tu vida, ese decisivo instante en el que piensas: "entre cientos... ¡te encuentro!") -probablemente mis padres también lo pensaron en su momento- ¡Me apasionó leerlas! Era como volver a tener a mis padres conmigo, narrándome su historia, pienso que ellos querían que yo encontrase aquellas cajas...

Ellos se conocieron con 15 años y estuvieron juntos, literalmente, toda su vida (incluso se fueron de este mundo con 1 año de diferencia, les encantaba sentirse cerca en todo momento). Me sorprendí al descubrir una faceta de mi padre que no conocía, él era un hombre serio, paciente, callado... "la balsa de aceite de la casa", solía decir mi madre, mientras que él apuntaba: "vosotras habláis más que los 12 apóstoles", sonrío al recordarlo, parece que le estoy viendo la cara mientras lo dice... Te decía que me sorprendí al leer aquellas cartas porque dibujaban a un Miguel de 19 años ¡tremendamente expresivo! Mira, por ejemplo, la declaración de intenciones de estas líneas:

"Queridísima Lola:

Te quiero, soy inmensamente feliz, ¿por qué? porque te quiero y sé que tú también me quieres... No sé que me ha pasado de pronto que reboso de alegría por tenerte y al mismo tiempo miedo por si te pudiera perder... Si vieras el otro día hablándole a Luís y a Gonzalo de ti y como me envidiaban por la novia que tengo, se les veía en los ojos y me ponía para mis adentros como un pavo de gordo, rebosaba felicidad... He llegado a adorarte como nunca y tengo muchas más fuerzas para quererte y así hasta que reviente, porque el día en que yo te haga mi mujer, ese día exploto de alegría..."

O la vehemencia y la fuerza de estas letras cuando, un día, se hizo 350 km en moto para ver a mi madre, llevando a un amigo consigo y por poco tienen un accidente:

"...Te llego a llevar a ti y te pasa algo... No te puedes imaginar la que lío: rompo el puente, parto la moto, quemo el monte y levanto la carretera..."

¡Madre mía, su moto del alma! Me reí bastante leyendo estas líneas, me desvelaron que mi padre era tan impetuoso como expresivo (¡hasta casi empalagoso!). ¡Quien me lo iba a decir! Seguramente mi madre ya sabía de sobra que era así, pero yo disfruté con el hallazgo.

Dejé de pensar en lo que estaba buscando para centrarme en lo que había encontrado...

En la próxima ocasión que busques algo y, por casualidad, encuentres un pequeño tesoro en tu camino, ¡disfrútalo! No pienses en lo que no has hallado, céntrate en aquello que tienes entre las manos, pues si ha llegado hasta ti es porque te tenía algo que decir...