Las circunstancias que rodean la muerte de George Floyd han despertado la conciencia adormecida de una gran mayoría de negros. Las manifestaciones a través del mundo no cesan, y muchos blancos se avergüenzan del trato inhumano que infligen algunos de sus congéneres a la población negra y también claman justicia. Conviene mantener el ritmo de las reivindicaciones para que esta lícita causa no caiga en el olvido. No hay que bajar la guardia y esta postura incomoda sobremanera a la Administración norteamericana, obligándole a hacer cumplir las leyes y suprimir toda forma de discriminación. Hay que mantener el aliento, no se debe descansar.
Malcom X y el reverendo Martin Luther King, además de otros anónimos, han perdido la vida por este noble principio, queriendo con su lucha dignificar a la raza negra, víctima de tantas injusticias y de tanta ignominia a lo largo de siglos. ¿Cuántas personas más tienen que morir? ¿Cuántas vidas tienen que ser sesgadas para que la supuesta primera democracia del mundo deje de tratar a los negros como ciudadanos de segunda categoría o seres inferiores? Mucha gente pensó que el acceso de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos suponía el fin o el principio del fin de la exclusión racial en el país, pero se equivocaron, porque es algo estructural y por eso hay que seguir luchando y mantener viva la llama, la lucha augura ser larga.
La revolución francesa de 1789 proclamó los conceptos de “libertad, igualdad y fraternidad”, pero Francia siguió manteniendo el sistema esclavista en sus distintas colonias. Haití, antes Santo Domingo, marcó un hito en la historia mundial, puesto que los esclavos de la isla, durante doce años, se opusieron con coraje, valentía y sacrificios a las fuerzas de Napoleón y las vencieron, oficializando su victoria con la creación, el 1 de enero de 1804, de la primera república negra independiente en el mundo. Fue un motivo de orgullo para esta raza y el nuevo país fue puesto en cuarentena por las potencias colonialistas de aquella época, es decir Francia, España, Inglaterra y Portugal. Los nuevos estadistas, aunque libres, habían interiorizado su supuesta inferioridad, fruto de tantas centurias de opresión y de explotación, como lo apuntó el psiquiatra antillano Frantz Fanon y todavía queda pendiente en muchas personas de raza negra la descolonización de sus mentes. Pero la repugnante muerte de George Floyd ha tenido el efecto de concienciar y despertar el sentimiento de protesta y de repulsa.
Ha llegado el momento de que terminen las tropelías y las violaciones a los derechos humanos de esta gente que ha contribuido también a hacer de los Estados Unidos lo que es. Basta de menosprecios y de arrogancia. Termino, recordando las palabras pronunciadas por el reverendo Al Sharpton en el funeral de George Floyd: ya es hora de que nos quiten la rodilla del cuello.