¡He sacado un 10!

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07 mar 2021 / 04:32 h - Actualizado: 04 mar 2021 / 12:59 h.
  • ¡He sacado un 10!

Hoy quiero compartir con vosotros una simpática anécdota que me sucedió hace unos días, de la cual confirmaréis que, una vez más, las grandes lecciones nacen de lo pequeño. Me encontraba dando un paseo por mi urbanización cuando me encontré a mi vecino, Luís, de 11 años. Lo saludé y ví que el chaval estaba muy contento, le fuí a preguntar que como estaba pero antes de terminar la frase, me soltó con una amplia sonrisa:

- ¡He sacado un 10 en un examen de naturales!

- ¡Qué me dices! ¡esa es una noticia magnífica: FELICIDADES! -le contesté con mucho entusiasmo para celebrar su hazaña-.

- ¡Muchas gracias! -me contestó, radiante-. Si luego sacas a Atila, jugamos un rato

Atila es mi Pastor Alemán, le encanta jugar a lo que hemos bautizado como "perrútbol" con todos los niños de la urba.

- ¡Claro! Cuéntales a tus padres lo del examen, se pondrán muy contentos -le apunté-.

- ¡Sí, sí! -dijo asintiendo enérgicamente con la cabeza-.

Ahí nos despedimos y la verdad que se me quedó una sensación interior fantástica. "¡Qué arte tienen los niños!" -pensé- les encanta repartir alegría y compartir lo bueno, les sale así, natural, sin más, espontáneamente. Luís consiguió que me sintiera tan feliz con su noticia que pareciera que el 10 lo hubiese sacado yo... "¡qué cosas!" -me dije a mí misma mientras me reía y continuaba el paseo-. Compartir lo bueno, hace bien. Lo sé, parece algo de Perogrullo pero, si te fijas bien, esta obviedad no lo es tanto en la práctica cotidiana.

Cuantas veces no habré escuchado en la plaza del pueblo, a los abuelos (y a los que no lo son tanto) conversar sobre las dificultades, sobre quien tiene tal o cual enfermedad, sobre la sesión de obituarios, sobre lo mal que está "la cosa"... como chocaba todo aquello con la forma de ver el mundo de Luís. Se supone que, según pasan los años, vamos ganando en sabiduría, esa inteligencia práctica de la vida que se convierte en nuestra más certera guía y ¿no es más sabio el que más felicidad se procura y más alegría reparte?

Estoy convencida de que ser "REAL" (REpartidor de ALegría) es totalmente genial. Sí, lo sé, probablemente estarás pensando que mi vecino Luís es un niño y, por tanto, no tiene hipoteca, tampoco tiene que hacerse cargo de su propia manutención, ni del seguro del coche, las facturas etc Tienes razón, cada época de la vida trae consigo sus propios problemas adaptados a la edad que tenemos en ese momento pero, ¿no crees que no hay peor hipoteca que la hipoteca emocional que supone centrarse siempre en la dificultad y minusvalorar las pequeñas alegrías? Estoy convencida de que vivir la vida emocionalmente hipotecado tiene que dejarte agotado. Haz la prueba propónte pasar un día sólo hablando de preocupaciones, disgustos, problemas... Al llegar a tu casa, por la noche, anota como te sientes. Otro día, propónte pasar la jornada hablando exclusivamente de las pequeñas alegrías que hayas experimentado, de esas cosas que te ponen contento, ¡de lo bien que te han salido las croquetas!, puedes incluso contar algún chiste, habla de todo lo que te apetezca siempre y cuando sea en clave positiva. Cuando llegue la noche, apunta en una libreta como te sientes y haz la comparativa, ya verás... ¡no hay color! En cada caso experimentamos un tipo de sinergia que nos hace sentir completamente diferentes y nos predispondrá para empezar la mañana siguiente de la mejor o de la peor manera.

Somos humanos (sí, otra obviedad que hay que recordar), todos tenenmos derecho a tener un mal día y desahogarnos, pues como decía mi madre: "somos de carne, hueso, naríz y pescuezo", pero la norma general de nuestra existencia no debería basarse en una narración continuada de las malas experiencias; lo que marca la personal, profesional y humana eficiencia es compartir lo bueno, como hizo Luís, así serás tú mismo y harás a los demás más felices.

Por última vez, recuerda: compartir lo bueno, hace bien. ¡Actúa como si tú hubieras sacado el 10!