Los medios y los días

Hombres y mujeres no somos iguales, Belarra

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15 dic 2022 / 04:00 h - Actualizado: 15 dic 2022 / 04:00 h.
"LGTBI","Sexo","Los medios y los días"
  • Imagen de archivo de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. EFE/ Daniel González
    Imagen de archivo de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. EFE/ Daniel González

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, demuestra buenas intenciones con su Ley de las Familias. Creo que contiene esa ley medidas que miran al futuro humano. Las familias no son sólo las que llamamos tradicionales, bendecidas por alguna religión, sino que pueden comenzar por la unión sentimental e interesada -puras necesidades psíquicas y/o materiales- de dos personas sean del mismo o de distinto sexo. Otra cosa es ver cómo van a evolucionar a largo plazo estas nuevas familias, supongo que de forma similar a las tradicionales: durarán hasta que la muerte y el tiempo las separe, mucho, menos, poco o nada. Será muy interesante comprobar esto desde el punto de vista científico que es el único que se acerca más a la realidad, lo siento por quienes le tienen miedo a la ciencia o incluso la detestan, yo, por el contrario, la tengo en muy alta estima aunque sea muy aguafiestas con lo imaginario.

Las parejas de hecho y las LGTBI, más sus descendientes, deben estar a la misma altura, con los mismos derechos, que las demás. Es una línea de pensamiento que ha hecho suya una izquierda que, a pesar de lo aparentemente rompedor que es el tema, va a lo fácil, empieza a “renovar” la sociedad por la superestructura y no por la estructura socioeconómica y aun así no acaba de ponerse de acuerdo del todo. El mundo sigue siendo de derechas por más que se empeñe la izquierda y es que el ser humano es de derechas, carece de la empatía que la ética de izquierdas exige. Lo anterior no quiere decir que la izquierda no tenga sentido porque posee su papel para contribuir a que la naturaleza humana no suicide a su portador. De todas formas, eso ya lo hace la propia derecha que es la que tiene que proteger sus posesiones, no sobra sin embargo un empujoncito mediante el equilibrio del temor en el que la izquierda tiene su papel.

Lo que ya debo rechazar es uno de los trasfondos de las medidas de Belarra, algo también propio de la izquierda actual, algo muy reaccionario: el odio al hombre, la fragmentación que lleva años ejerciendo entre el hombre y la mujer. Se trata de una cuestión presente en todo el planeta que impulsan supuestos progresistas pijos niños de papá -sean de la edad que sean- que han nacido y viven al calor del sistema capitalista. Cuando le preguntan a Belarra por qué no se ha quedado más tiempo de baja con la criatura que ha parido le brota el odio al varón: eso no se lo preguntan a un ministro, responde. ¿Por qué no? Se le puede preguntar a Garzón y a cualquier otro ministro que haya sido padre. Pero, mire usted, señora Belarra, a ver si se entera de una vez que un hombre y una mujer no son iguales, eso lo sabe hasta el que asó la manteca.

La izquierda lo basa todo en la cultura. Debe estimar que todo lo cultural termina pasando finalmente a lo genético y, sea hoy o sea dentro de veinte siglos, no habrá diferencia entre hombres y mujeres. Puede que sea así, eso que se lo pregunten a los evolucionistas, a los fisiólogos, a los biomédicos, a los neurocientíficos... Hombre y mujer componen un todo que se completa, son centrípetos, no centrífugos. Ni superiores ni inferiores el uno al otro, complementarios, por eso usted es una reaccionaria por la otra punta, reaccionaria de izquierdas, en este sentido, la señora Belarra es una engañabobos.

Debe quedarse usted más tiempo al lado de su bebé porque lo ha parido y, por ahora, los varones no paren, salvo cuando saquen ustedes la orden contraria en el BOE. Al mismo tiempo, sabrá que la mujer, antes y sobre todo cuando posee crías, segrega mucha oxitocina y dopamina, precisamente para vigilar más a sus crías. El hombre no. Esto puede variar en otras especies de animales, pero en el animal humano es así, qué le vamos a hacer, tendrá usted que legislar para que sea lo contrario. Otra cosa, que se me acaba el espacio y las ganas de perder el tiempo escribiendo estos asuntos. Supongo que sabrá qué es la covada. “Costumbre que pervive en zonas de Asia y de América, y que existió en algunas partes del norte de España, consistente en la permanencia, tras el nacimiento de un hijo, del padre en la cama, recibiendo atenciones, mientras la madre vuelve a sus tareas habituales”. ¿Qué le parece? Ahora comprendo por qué es usted tan de izquierdas, se fue a trabajar a media jornada porque el ministerio lo exige. ¿Ha dejado usted en la cama al padre de su criatura y que lo cuiden a cuerpo de rey o de república? No lo haga, la covada parece que fue una medida que implantó en su momento el patriarcado opresor, sus colegas podrían asesinarla.