Coronavirus

Homenaje al jaramago sevillano

No vistamos a la ciudad con una máscara del mantenimiento óptimo porque es mayo y ya ha pasado el Carnaval.

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09 may 2020 / 10:10 h - Actualizado: 09 may 2020 / 10:12 h.
"Desde la espadaña","Coronavirus"
  • Homenaje al jaramago sevillano

Después de tantas semanas confinados en casa ya le dije yo que al final no nos acordaremos de cómo dejamos, a mediados de marzo, Sevilla y sus gentes. Pero estoy comprobando que el Ayuntamiento tampoco se ha acordado mucho en estos meses de su responsabilidad en el mantenimiento de la ciudad. Porque igual que hemos sufrido la invasión de un virus made in China, en Sevilla está llegando la invasión a nuestras aceras, escaleras y vías públicas del jaramago sevillano. Ese jaramago alto, juncal y aquilino, envidia de otras ciudades, que se está apoderando de la ciudad. Y parece extraño esta circunstancia cuando los servicios municipales tienen la ciudad a sus pies sin vecinos por las calles y es momento de gloria bendita para dejar la ciudad de dulce cuando nos echemos a la calle.

Si hubiese sido alcalde de esta ciudad, hubiera tirado de señorío y habría batido el récord de mantenimiento de la urbe al completo y no hubiese dejado que en cualquier esquina, escalón o zona histórica tuviese lugar el nacimiento de algo que no debería estar allí; como esa flor reseca que llevan algunos en el ojal de su americana. Ser alcalde de Sevilla debe ser una profesión muy seria y no se pueden cometer ciertas alegrías ni inexactitudes cuando se habla del mantenimiento de la ciudad.

Quedan pocos días para que la desescalada empiece a tener visos de realidad, lo cual no significa gozo total pues los expertos (con nombre y apellidos) auguran rebrotes en los próximos meses y no por ello Sevilla debe aparecer con un traje desechado quitándonos las ganas de salir a la calle. Desde varios medios de comunicación y redes sociales hemos visto en los últimos días zonas de la ciudad totalmente desoladas y sucias y donde espero que muy pronto se conviertan en una estética real y feliz. Porque durante estas semanas de confinamiento, el Ayuntamiento ha probado una teoría física de forma que sólo ha realizado un mantenimiento en aquellas calles, que, como un pozo con eco inesperado, le han devuelto el grito. Por eso, este alcalde ha tenido un tiempo precioso para alisar el cabello a esta Sevilla con total finura, dedicación y gusto. En unos tiempos donde la reactivación económica, social y turística es la prioridad, Sevilla debe convertirse en la Dulcinea de España. Nuestra ciudad necesita su propio sello de calidad liderando las principales capitales españolas tanto por el patrimonio como por estar a la vanguardia de ciudad segura alejada de patógenos de origen vírico.

Si esto se hubiese tomado en serio desde el principio (y no esperar llamadas de la OMS) este alcalde, nuestro Juan, habría creado su propio plan de ciudad aprovechando que sus calles, plazas y parques se quedaban vacíos disponiéndose a realizar no sólo el mantenimiento ordinario sino algún extraordinario seguro. Y no sólo sus viales sino los mercados de abastos de la ciudad que deberían ser verdaderos laboratorio de microbiología y no dejar que los placeros asuman trabajos extras de limpieza de zonas comunes internas y externas.

Fotografías como la Plaza de España o la escalera del Tagua en el puente de Triana donde el jaramago enamoraría a más de un ecologista radical son producto de una inexplicable dejación en el mantenimiento más básico de la ciudad. Porque la pregunta del millón sería si en condiciones normales ese jaramago no crece a consecuencia del mantenimiento municipal o por el tránsito peatonal. Así que señor alcalde, recurra usted a las baterías de litio, que duran más, y no permita que los sevillanos nos alteremos por las endechas a nuestro viario público.

Los responsables de la ciudad no pueden ser cesantes de su belleza y precisamente porque ahora que los hosteleros, hoteleros, comercios, comedores sociales, etc. necesitan nuestra ayuda no podemos estar parados en la limpieza y en la inversión pública. Este Ayuntamiento no puede estar sine die esperando la oportunidad para encumbrar a Sevilla a lo más alto porque esa oportunidad es la concreción del destino que nos ha tocado vivir y la suerte de despertar en esta ciudad cada día. En definitiva, que a Sevilla no se viene a vivir del cuento.

No necesitamos imágenes de una ciudad no mantenida desde el 14 de marzo porque comprenderemos al escéptico de la belleza de Sevilla y no quiero que ni usted ni yo seamos cesantes de muchas cosas de las que antes gozábamos. Alcalde ¿Tendrá esto arreglo? viendo las noticias y las imágenes me invade la incredulidad y si ser sevillano es morir en las calles y esquinas de la ciudad, al menos, si es posible, que estén limpias y merecidas de estar habitadas.