Los medios y los días

Homosexualidad, feminismo, machotes

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30 may 2020 / 04:00 h - Actualizado: 30 may 2020 / 04:00 h.
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  • El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, a su llegada al Congreso. / EFE
    El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, a su llegada al Congreso. / EFE

Esto de Marlaska con la Guardia Civil digo yo que tendrá que ver con eso a lo que llaman ideología de género, ¿verdad? Como nadie se atreve a decirlo con claridad, o al menos no lo he leído -dada mi condición de analfabeto digital porque no soy socio de las redes sociales que es como no ir al casino del pueblo todos los días a tomarse un vino-, acaso el tema esté en el éter y yo con estos pelos que no voy a mi Ricardo, mi peluquero de Triana, desde que empezó la clausura por pandemia.

En las redes, la gente acaba como Drácula, borracha de sangre que les chorrea por la boca, no entiendo por qué visita tanto gentío al psicólogo o al psiquiatra si entre las redes, los gimnasios y las películas gringas se desahoga uno y se produce catarsis a base de bien. ¿Que por qué sé lo de las redes si no me enredo? Porque me manda la gente conversaciones de todo tipo para decirme que está de acuerdo con los gargajos que tiran los enredados.

Marlaska, ¿actúa como un ministro o como un militante del movimiento homosexual, tan amigo del feminismo castrador? ¿Y Simón? ¿Es un científico o un simpatizante de tales movimientos? Los medios y la gente están tirando de hemeroteca y de memoria y no veas tú cómo se han venido arriba los llamados prosumidores, es decir, la ciudadanía enredada, también llamada muchedumbre solitaria o gregarismo individual en el mundo académico. Los medios le recuerdan a Marlaska que cuando llevaba como juez el caso Faisán le dijo a la Guardia Civil que no informara a sus jefes de las pesquisas y ahora –según sostienen los medios de derechas- lo que lo ha llevado a cesar a las alturas del tricornio es precisamente que el ministro quiere saber por dónde va Sherlock Holmes para tomar nota por si tiene que sentarse en el banquillo el día de mañana, en la última fase de la desescalada. Por supuesto, Marlaska lo niega.

El personal enredado le espeta a Simón: ¿dónde vas tú, hombre de voz menguada, con eso de que una reunión de 30 personas puede ser una ruina y más muertos si consideraste que lo de las 100.000 hijas de San Luis el 8 de marzo era apto hasta para tu hijo si quería ir, con el bicho ya faenando...?

La prensa de izquierdas no hace más que lanzar cálculos para demostrar que el 8 de marzo nada influyó en la pandemia. Los columnistas así, machistas light, como yo, pero que se las quieren dar de neutrales, cuando hablan del 8-M a continuación citan a Vox en Vistalegre, de pasada. Vox es igual de culpable que el 8-M; Vox dijo en voz baja: oigan, que el que esté resfriado o sea demasiado viejo que se quede en casa con la bandera real y con la verde también, pero cualquiera dejaba en casa a esos machotes con los cojones más patrióticos del orbe y cualquiera le decía a Abascal que se suspendía el baño de masas seguido de desodorante cual Rexona que no le abandona.

¿Y a los otros machotes, los del fútbol? ¿Quién les iba a quitar el circo así como así? Ya dijeron hace tiempo algunos políticos con la crisis de 2007 que ellos podían arreglarla, pero entonces perdían las elecciones.

Vaya, que entre todos nos mataron y nosotros solitos nos estamos muriendo, lo malo de las feministas y de los homosexuales no es que se rebelen contra las ominosas ofensas y represiones que han sufrido, sino que se constituyan en grupos de presión ortodoxos y lleguen a imponer –que no a convencer- su ideología de la forma en que lo han hecho. No había narices para negarles el 8-M porque son bastante más que un movimiento social de justa protesta.

Lo negativo de la política es que está corrupta, paradójicamente, a causa de las elecciones porque cuando se forma una casta política sus miembros actúan como seres humanos que desean vivir bien y no abandonar esa “sarna” que, como la toman con gusto, ni les pica: el poder, un poder que ni es poder en realidad porque el poder real llega desde más arriba pero he ahí el tremendo mérito del Poder de verdad: colocar a personas en poltronas y a su servicio y dejar que la gente grite por las calles que quiere igualdad, romper los techos de cristal o que los futbolistas esos tan de poses frían de goles al adversario. Todo, mientras los públicos iban y venían en avión desde China e Italia hasta España.