Hora-euros/ horas-dolor

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29 ene 2016 / 20:31 h - Actualizado: 29 ene 2016 / 21:00 h.
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Dicen que cuando te quejas en un restaurante, te escupen la comida y te la vuelven a poner. Si te quejas en una administración porque tus papeles demoran mucho en salir, demoran más. ¿Y qué pasa si te quejas en una clínica? Que te lanzas al vacío.

La vital diferencia es que en unos casos eres cliente y en el otro, paciente, pero esa diferencia parece no existir. No hay diferencia entre un cliente que se queja porque su plato está frío o reclama por una fuga de gas o un permiso de obra y una persona ingresada en urgencias a la espera de quirófano. Los clientes, a la fila, todos, los que están de pie y los tumbados también.

Entonces aparece la palabra mágica: empatía. Si un camarero o un empleado administrativo no siente empatía por lo que nos pasa, no nos afecta la salud. Podemos decidir si quejarnos y malcomer, poner una reclamación y esperar los papeles diez meses más como castigo por reclamar o dar las gracias por ser mal atendidos con la esperanza de que ese agradecimiento sea reconocido según cuenta la antigua leyenda de la educación.

El problema es cuando además de cliente eres paciente y estás ingresado en urgencias. ¿Qué haces? ¿Te quejas o agradeces la mala atención?

La empatía es la diferencia absoluta entre un buen médico y un médico malo. Es esencial que además de cumplir con las perversas burocracias, el médico sienta empatía por esa persona que por casualidad es su paciente y comprenda que el tiempo no pasa igual de pie y con salud que en cama y con dolor.

Escribió Walt Whitman: «Sufro el trance de la muerte con los moribundos y cobro nueva vida con los niños recién nacidos; no estoy limitado por mi sombrero y mis zapatos.»

Si estás pasando por algún problema de salud, a la espera de recibir atención, deseo que estés en manos de un médico que además de ejercer la medicina, te cuide con el cariño que necesitas hasta sentirte mejor. Que te trate bien y sepa que su hora/euros se financia con nuestras horas/dolor.

Un abrazo y hasta el sábado que viene.