Sabemos perfectamente que las prioridades son otras. Pero una cosa es lo que dicta la cabeza y otra es lo que siente el corazón. El calendario sentimental ha visto pulverizarse, una a una, muchas de las citas que sirven para marcar el paso de un tiempo que trasciende del calendario. Hace ya casi mes y medio se marcó el primer punto de no retorno sabiendo que aquellos plazos de alarma tendrían ampliación. Con la Semana Santa y sus previos se fueron muchos capítulos íntimos mientras crecía la pandemia y la fría estadística daba paso a una certeza: el coronavirus mataba de verdad. Todo pasaba a un segundo o tercer plano.
Pasó marzo; y llegó abril. No hubo revuelo de túnicas ni encuentros familiares: esas escenas que pertenecen a la intrahistoria de la propia celebración habían sido laminadas. Con la Feria y sus estancias sucede algo parecido... Hoy tenía que haber comenzado el ciclo continuado de festejos taurinos que se anticipa al encendido de los farolillos. Pero no habrá tardes colgadas a un hombro ni luz nueva en los Gordales, que ya encara el desmontaje definitivo de sus entrañas tubulares después de dar por amortizados todos los intentos de salvar al cadáver.
La preferia en la plaza de la Maestranza, el reencuentro con el recinto luminoso como cita diaria, tendrá que esperar. Seguramente un año entero, llevándose consigo todo un retablo de costumbres y sensaciones que también formaban parte de ese almanaque sentimental. Al aficionado cabal le gusta entrar prontito a la plaza repitiendo, una a una, esas rutinas personales que convierten la llegada al Baratillo en un rito mientras ve colmarse la plaza de público, colmándose de luz y oliendo el albero recién regado. Antes habría encarado el mismo camino; el café en el sitio de siempre y con los de siempre si no se escoge esa soledad ansiada que sólo es gozosa si acompaña las verdaderas aficiones.
Pero hoy no habrá toros. Ni esa bajada por Mateos Gago, Virgen de los Reyes, Alemanes... para encarar el Arenal a través del bullicio –colonia, habano, almohadilla rallada- de la calle de la Mar. Los nombres de Juan Leal, Juan Ortega y Rafael Serna; los toros de Fuente Ymbro... no han llegado a traspasar el papel en el que fueron anunciados. Seguimos metidos en casa pero la Primavera sí estalla en el campo. A nosotros nos la han robado.