Los medios y los días

Hoy no sólo votan en Madrid

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04 may 2021 / 04:00 h - Actualizado: 04 may 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Hoy no sólo votan en Madrid

Es evidente que hoy vota toda España aunque sean las personas de la Comunidad de Madrid las que tengan derecho a introducir su voluntad y sus deseos en una urna. Naturalmente, estas líneas no tienen la intención de dirigir el voto de nadie, sólo de reflexionar un poco y con algo de profundidad sobre lo que he visto, oído, sentido y razonado en estas últimas semanas.

Y lo que he visto es algo que también se puede observar en otros países: la bipolarización ideológica de una sociedad como la española, con un estilo made in Spain, esto es, aún con la presencia de la guerra civil y sus bandos en liza. También en Estados Unidos hay otra bipolarización distinta pero igualmente peligrosa. Y en Rusia. En todas partes subyace una realidad objetiva y evidente: el mercado es el sistema hegemónico en el mundo. No existe ningún país guía que encabece una alternativa sólida y real al mercado. Como afirmaba un personaje que encarnaba a un próspero empresario de la comunicación en la película norteamericana de 1976 Network, un mundo implacable, “el mundo es un negocio desde que el hombre salió arrastrándose del barro”. Cierto, el mercado existía desde antes de inventarse, el trueque ya era una forma de cambio, de compraventa, las conchas marinas fueron “monedas” en su época.

Eso es lo que se ha impuesto en el planeta con el paso de los milenios. Y eso es lo que simbolizan el PP, Vox y Ciudadanos. Sin embargo, que algo se haya implantado como una parte esencial de la evolución humana no significa que estemos ante el remedio a todos los males. El mercado nos ha traído enormes avances en todos los terrenos, ciencia, letras, arte. Ha roto con la rigidez de los antiguos sistemas de castas. Pero, a su vez, ha abusado con despiadada crueldad de su prójimo en nombre de Dios muchas veces o, mejor dicho, utilizando el nombre de Dios en vano. Ha abusado y sigue abusando porque el hombre es un lobo para el hombre.

Es entonces, debido a este abuso, cuando la propia evolución histórica ha generado resistencias de los más desfavorecidos. Hay documentos de revueltas sociales de esclavos y campesinos en el antiguo Egipto que proceden del siglo XVIII antes de Cristo e incluso de épocas precedentes. Debido a ellas, tanto el faraón como la casta que lo rodeaba decidieron declarar una igualdad religiosa que benefició la situación socioeconómica de la mayoría. Está lejos ya todo eso y, sin embargo, en el siglo XIX, en el XX y en el XXI, la gente sigue penando y muriendo a causa del desprecio de sus semejantes, situados en estamentos más propicios para vivir. El deseo de encabezar a esa masa, a los que viven abajo, no sólo por incapacidad sino también por estar pisoteados por los que viven arriba, es lo que generó la llegada del socialismo, del comunismo, del anarquismo, es lo que explica el éxito del propio cristianismo de cuyos principios se apoderaron los más poderosos -como lo hicieron de otras religiones- para que les sirviera como una de sus tapaderas a sus intereses de grupo o individuales.

El dualismo esencial estaba formado: o te apuntabas con unos o con otros. O estabas con los de arriba o con los de abajo, en una orilla o en otra. Y las ideologías antes señaladas se colocaron con los que estaban abajo: eso es lo que representa Podemos o Más Madrid. Ahora bien, esto es así y no es así. Porque la fuerza seductora del mercado es tal que se ha comido a muchos presuntos “revolucionarios”, ha devorado incluso al gran imperio comunista que quiso crear al hombre nuevo y en realidad dio lugar a numerosos avances pero le arrebató al sujeto algo esencial: su individualidad, su emprendimiento, su pulsión exploradora y yoísta, al tiempo que esos atributos los guardaba una minoría que acabó reciclándose hacia el mercado, es decir, la cabra tira al monte. Así terminó el PSOE y por ese camino va Podemos y Más Madrid, entre otros partidos de izquierdas.

A su vez, las derechas empiezan a tomar conciencia de sus desmanes de antes y de ahora. Sus logros socioeconómicos han conllevado magnos avances y numerosas desgracias de las que están tomando nota. Un sector de esa derecha -enfermo, sin principios éticos, poseído por sus creaciones- sigue preso de su codicia y ambición y por tanto dándole sentido a la existencia de Vox y de Podemos que no son causa sino efecto. La crueldad de unos justifica la existencia de los otros. Usted puede causar daño a otros, pero entonces no le extrañe que un día le toque sufrir a usted, así es la Historia, hasta ahora. Como escribió León Felipe, “la Historia es sangre y sueños”.

Todo eso y mucho más subyace en lo profundo de unas elecciones que si bien incumben directamente a una zona crucial de España, no le son ajenas al resto de los territorios del país.