Nadie puede negar que en España se está llegando a la excelencia en algunos aspectos de la realidad. Por ejemplo, para algunos políticos lo de ‘rizar el rizo’ es cosa de Boy Scout porque lo suyo ya es sofisticación más allá de las fronteras conocidas. Ellos han superado cualquier límite y no parece que se agote la capacidad que tienen para sorprender al populacho.
Las mascarillas, los guantes y los geles hidroalcohólicos, se han convertido en productos de primera necesidad porque, entre otras cosas, son productos de uso obligatorio en espacios públicos abiertos y cerrados, en empresas, en comercios... Muy bien. Cosas de la pandemia. ¿Qué IVA se pagaba por estos productos hasta ahora? El 21 por ciento. Muy bien. Cosas del capitalismo. C’s pide en el Congreso de los Diputados que se rebaje al 4 por ciento porque esos productos ya no son lo mismo que antes de que la pandemia llegase. Buena noticia. Se vota en el Congreso y, efectivamente, se aprueba la moción de C’s. Estupendo. Pero PSOE y Unidas Podemos votan en contra. Ole, ole y ole. No me digan que no es una estampa entrañable.
Vamos al capítulo de excusas.
Valentín García, diputado del PSOE, ha explicado que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ya dijo en 2013 que no se podía ampliar la aplicación del IVA hiperreducido sin modificar la normativa europea. Y es cierto. Pero, entonces, lo que resulta inexplicable es que en 7 años (¡¡7!!) nadie haya hecho nada. ¿Y si nos salimos de la UE de una puñetera vez? Si no podemos cambiar ni los impuestos en un caso como este es para pensar si merece la pena pertenecer a un club como este.
Laura López, diputada de Unidas Podemos, dice que el Gobierno ya ha fijado el precio máximo de estos productos. Menuda cosa. Lo ha dicho, además, sin desmayarse ni nada. ¿Qué garantiza que el Gobierno fije los precios de esos productos si el Ministerio de Sanidad los ha comprado a precios de vértigo, tarde y a proveedores de coña? Dice la señora López, además, que los centros hospitalarios ya están exentos del IVA de estos productos. Y nos alegra enormemente. Pero yo no soy un centro hospitalario, querida diputada.
Creo que para eliminar cualquier dilema sobre lo que está ocurriendo, lo mejor es poner en duda las intenciones del hombre que hizo dibujitos en las cuevas de Altamira. ¿No querría acumular poder a lo loco? ¡Qué mamón! ¡Tiremos esa maldita cueva abajo! O quememos un lienzo en el que aparezca Isabel la Católica.
Me cuesta trabajo escribir sobre cosas tan serias sin usar la ironía aunque sea torpemente. Es tan doloroso lo que estamos viviendo que me cuesta trabajo asumir que España está en manos de personas tan mediocres y tan alejadas de la realidad. Qué pena.