Los medios y los días

Ir por libre no es fácil

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15 dic 2019 / 07:55 h - Actualizado: 15 dic 2019 / 07:30 h.
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  • Ir por libre no es fácil

Ser uno mismo tiene un precio: la soledad. Incluso cosas peores, pero vamos a dejarlo en la soledad. Nietzsche decía que "toda convicción es una cárcel". Si quieres mantenerte en unos principios y en unas hipótesis de trabajo no impuestas por los tiempos e incluso si deseas puntualizar las ideas dominantes –de derechas y de izquierdas- debes atenerte a las consecuencias.

A mí me han dicho más de una vez: escribes con claridad, sigue así, no cambies. No me importa ser el elemento que sirva de catarsis a otros, pero ya va siendo hora de que todos nos arranquemos las autocensuras y hablemos abiertamente porque traer las democracias al mundo ha supuesto millones de muertos. La democracia es una verdad aparente, un mal necesario, pero está bien porque así el ciudadano cree que es protagonista y vive de forma similar a esos animales de los safari park, que no están en jaulas sino en reservas amplias que tal vez confundan con la libertad de una sabana, un bosque o una selva.

A los que van por libre no suelen darles premios porque no tienen tribus que los defiendan y los promocionen. Hay muchos premios Juan Palomo en España, las tribus premian a los que se portan mejor en su interior, según los dictados de los jefes y los hechiceros. En todas partes hay grupos encabezados por jefes y jefecillos y si te apuntas a uno de esos grupos y sigues sus consignas, podemos ver, oír o leer a una persona en montones de sitios, las influencias de la tribu aquí, allá y acullá la elevarán a la gloria mundana coyuntural hasta el punto que uno se pregunta: ¿y éste o ésta qué han hecho exactamente de relevante? ¿Quiénes son? Eso sí, estos “privilegiados” pagan un precio también: si la tribu toca la corneta y te dice que tienes que hacer esto o lo otro, has de hacerlo, aunque vaya contra tus entendederas.

A los que van por libre les llegan bofetadas por todas partes, silencios por todas partes, porque si no has hecho los votos de obediencia y docilidad a una tribu, nadie se fía de ti, las tribus tienen mentes estrechas y la mediocridad se ha hecho fuerte en su interior.

Lo que les estoy diciendo es muy visible en Sevilla, en Andalucía, en España, donde, aunque alguien llegue con un proyecto de trabajo o de investigación y desarrollo notable ante una institución pública o privada, no es raro que, a pesar de que el proyecto guste, el apoyo dependa de a qué tribu pertenezcan los impulsores y si no pertenecen a ninguna a ver dónde llevan sus iniciativas.

Los países que funcionan así no van a lugar alguno en este mundo digital donde dominará a los demás quien controle el conocimiento, algo por lo que lucha incansablemente el centro del imperio –EEUU- y ya les siguen muy de cerca China y Rusia. Las grandes corporaciones más poderosas miran primero si un proyecto les va a dar más poder y si es así les dan respaldo sin pedir tanto el carnet de identidad. Bajo esta premisa es cómo han ido formándose los nuevos dueños del mundo, Google, Amazon, Microsoft... que ya controlan desde un móvil hasta los datos de casi todos los científicos y ciudadanos del mundo y esos datos se los están facilitando al Pentágono y a la Casa Blanca. Al mismo tiempo, Rusia y China se pertrechan con armas defensivas, muchas de ellas superiores a las de EEUU y si EEUU no se va al garete es porque Europa, China y grandes inversores nunca se lo han propuesto. La deuda nacional de EEUU supera ya los 22 billones de dólares. En un año se ha incrementado en 1,5 billones que es más de la actual deuda pública de España.

Se avecinan grandes acontecimientos y hacen falta personas realmente libres para que nos cuenten y nos formen sobre ese futuro inminente -producto de un presente que lo anuncia- y no esas tribus de opinadores y esos medios de comunicación aburridos que siempre dicen lo mismo, respaldados por una u otra tribu. Tenemos encima un mundo muy en conflicto y aquí seguimos hablando de Pedro, Pablo y Los Picapiedra.