La Tostá

¿Irán a por el flamenco?

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
01 jul 2020 / 08:25 h - Actualizado: 01 jul 2020 / 08:28 h.
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Los mairenistas, seguidores del gran cantaor Antonio Mairena (Mairena del Alcor, 1909-Sevilla, 1983), piensan que le debemos al maestro mairenero todo lo bueno que le ha pasado al flamenco. La labor de Silverio, Chacón, la Niña de los Peines, Vallejo o Marchena no tuvo apenas importancia al lado de lo que hizo don Antonio Cruz García. Pero ya no solo los mairenistas, sino en general, se piensa que fue Mairena quien sacó el cante de las tabernas para meterlo en la Universidad, el que lo acercó a los intelectuales o el que lo dignificó. Al parecer, cuando Chacón cantaba en los teatros, antes de nacer Mairena, aún no era el cante jondo un arte digno. También se ha dicho que Mairena fue el primer cantaor que dio conferencias de flamenco en centros culturales. Todo esto es mentira y hace ya años que se desmontó, pero siguen diciéndolo.

Viene esto a cuento porque es necesario dejar claro que el arte flamenco, que no es un producto musical del franquismo, como también he oído –menuda chorrada–, está en el punto de mira de determinados políticos y pensadores para “darle un repaso”. Esto me lo decía ayer mismo un conocido escritor gaditano, preocupado por los tablaos, al que le habían dicho que, como los tablaos vienen del franquismo, “hay que acabar con ellos”. Aprovecharán la pandemia, que va para largo, para intentar que pasen a la historia. Pues no, lo de los tablaos no fue cosa del franquismo. Los cafés de Silverio y El Burrero, del XIX, eran tablaos y funcionaban exactamente igual que estos de ahora. Un local decorado con motivos flamencos-taurinos, mesas para tomar copas o comer y un cuadro de artistas contratado para hacer disfrutar al público, en su mayoría foráneo. ¿Dónde está la diferencia?

También es mentira que el franquismo no le diera ningún valor cultural al flamenco y que lo utilizara solo para que el turista viera lo felices que éramos, siempre cantando, tocando la guitarra y bailando. Antes de la Guerra Civil de 1936, se organizaban ya ciclos de conferencias de flamenco, como se hace hoy, casi un siglo después. Fernando el de Triana, cantaor y autor de un libro fundamental, Arte y artistas flamencos (1935), daba ya conferencias en centros culturales, en 1932, en plena República. Lo hizo en Coria del Río y también en la Tertulia El Arenal, de Sevilla, cuyo presidente era Silverio Domínguez Conde, un hijo no reconocido de Silverio Franconetti, del que ya nos ocupamos hace un par de años. En esta tertulia dieron también conferencias de flamenco Luis Montoto o el pintor sevillano Rico Cejudo.

Fue precisamente en la dictadura de Franco cuando surgió lo de la flamencología y se crearon concursos, festivales y semanas de estudio. Esto se ha tapado siempre, pero merecería un estudio en profundidad porque los que quieren enterrar al flamenco no tienen ni idea. Les va a pasar igual que con las estatuas: que van a derribarlas, sin más.