Hoy, las emociones han estado a flor de piel. Los protagonistas han sido Pedro Sánchez, Pablo Casado, Inés Arrimadas, Isabel Natividad Díaz Ayuso, la familia real... Puigdemont, no, ese sigue fugado y diciendo idioteces siempre que puede.
Nuestros líderes políticos se han conmovido, enfadado, enamorado o han llorado sin problema alguno, dejando ver lo que son y lo que sienten. Claro que sí, son nuestros leales representantes, los que se dejan la vida por nosotros, los que arriesgan todo lo que son para que los españoles progresen y tienen derecho a sentir.
Pedro Sánchez no ha podido contener las lágrimas al comenzar el desfile del Día de la Hispanidad. Le han abucheado y, lo más importante, minutos después ha comprobado que el Falcon con el que vuela tanto pasaba por encima de él, sin él, sin conocer su destino exacto. Sánchez es uno con su avión, Sánchez vive para su avión. Las fotografías más bonitas que se le conocen son las que se hizo dentro del Falcon. Es normal que llore y que sienta con enorme fuerza lo que es el amor. Los gritos de dimisión se la traen al pairo, pero el Falcon es otra cosa.
Santiago Abascal se ha sentido indispuesto desde el principio. De pronto, sin que nada hubiera advertido de semejante contratiempo, cualquier español ha podido celebrar el Día de la Hispanidad, ha podido sentirse patriota sin tener que votarle o comulgar con sus ideas nacionalistas. No puede creer Abascal que esto de ser español no sea propiedad intelectual (o algo así) de Vox. Resulta que entre los militares que desfilaban había votantes socialistas, de Podemos, del PP y C´s... Y de Vox. El mundo se ha puesto en contra de Santiago Abascal..., pero su amigo húngaro le manda recuerdos y mucha fuerza (el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ya no esconde sus preferencias). Una de cal y otra de arena.
Pablo Casado se ha deprimido un poco. Nadie se ha fijado en él. El alcalde de Madrid ha recibido a Isabel Natividad Díaz Ayuso y han sido fotografiados, aplaudidos y vitoreados. A Casado no le ha llegado nada de nada. La irrelevancia y ver cómo el fuego amigo va acabando con tus pocas fuerzas te pueden arrastrar a la zona negra de la consciencia. Por su parte, la presidenta madrileña ha lucido su vestido, su peinado, su mirada coqueta... La otra cara de la moneda. A ver quién se lleva un ministerio de Madrid, como ha dejado caer el presidente Sánchez, con esta mujer al acecho (eso no va a pasar y aunque fuera otro u otra la presidenta de Madrid seguiría sin suceder).
Inés Arrimadas ¿ha estado presente? Ni pincha ni corta.
Felipe VI ha mostrado su aspecto más distinguido y más tranquilo. Alegría. No era para menos puesto que el público se ha mostrado cariñoso a más no poder. Letizia Ortiz, sin embargo, se ha dejado ver en su faceta más periodística. Letizia miraba a Sánchez con gesto de estupefacción intentando encontrar la reacción del presidente del Gobierno a la petición de dimisión y a los abucheos. Pero Sánchez ya pensaba en el Falcon y no escuchaba nada que no fuera el rugir de los motores.
Y, por supuesto, las emociones de nuestros soldados, de los que han querido arroparles en un día tan especial, de todos los que han seguido la parada militar a través de la televisión, han sido lo mejor del día. Todos hemos visto el Falcon aunque nos ha importando lo que representa y no a quién traslada muy a menudo. Y es que era el Día de la Hispanidad.