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Tribuna

John Mc Cain Gana a Trump

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06 nov 2020 / 07:56 h - Actualizado: 06 nov 2020 / 07:58 h.
"Tribuna"
  • E.P
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Arizona ha venido siendo uno de los Estados más fieles al voto republicano que lidera Trump. No en vano, en cincuenta años, tan solo en una ocasión y por la aparición de un tercer candidato, ganó Clinton.

Pero además de un territorio que apoyó a las fuerzas del Sur en la Guerra Civil americana, es el lugar donde nació y murió el senador Mc. Cain.

La historia de este senador es sin duda majestuosa y es el reflejo de las grandezas y miserias de los EEUU.

Pilotando un avión sobre Vietnam en 1967, fue derribado por un misil y cayó abatido, con los dos brazos y piernas rotas, mientras una muchedumbre enardecida se acercaba para lincharlo, tras las bombas caídas sobre ellos y sus familias. Un joven vietnamita se opuso a la multitud, salvándolo.

Cinco años estuvo preso Mc Cain en lo que llamaban Hotel Hanoi, modo irónico de calificar lo que era un lugar de cautiverio inmundo en el que fue sistemáticamente torturado y vejado.

El senador se negó a ser liberado hasta que no lo fueran todos sus otros “ocupantes”, incluso los de inferior rango y finalmente al cabo de los años, se situó como candidato a la Presidencia de los EEUU, contra Obama.

Mc. Cain solía optar por conversaciones con sus votantes en lugar de mítines y monólogos, y en uno de los últimos a los que acudió, una señora acusó a Obama de ser “árabe”. En lugar de azuzar –estaba en plena campaña- el viejo senador repuso -entre abucheos- que Obama “era un hombre decente.”

El que fuera piloto americano padeció secuelas de las torturas sufridas hasta el final de sus días. Uno de sus asesores recuerda que no se podía siquiera peinar, tal era la dificultad de mover sus miembros superiores y llegó a llorar al tener que hacerlo en la previa de un mitin, en lo que calificó de un “momento vulnerable de un soldado orgulloso”.

Durante los años previos a su muerte, Mc Cain estuvo dotado de una gran independencia de criterio y no siempre siguió los postulados rígidos partidarios, hasta el punto de que no apoyó la derogación republicana de la ampliación de la Sanidad emprendida por Obama, abortando su reforma.

Probablemente por ese libre pensamiento, -algo desaparecido de nuestro mapa político e intelectual desde Ortega y Unamuno-, Trump no lo perdonó.

Le negó la condición de víctima o héroe, insistiendo que “él solo admiraba a quienes no se dejaban capturar” y reiteradamente le vejó públicamente cuando el senador americano estaba acechado por un tumor cerebral.

Mc Cain probablemente nunca comprendió cómo no fue elegido Presidente de USA, como Trump pronto no entenderá por qué en unos días su avión presidencial lo trasladará por última vez a alguno de sus dominios, que algunos afirman languidecen.

En el entierro de Mc Cain, su mujer prohibió la asistencia del Presidente Trump, algo impensable en esta tierra donde la viuda de Azaña saludó al Emérito o cuando Pedro Sánchez se paseó por el funeral de Rubalcaba.

Fue Julio Cesar quien dijo “El mal que hacen los hombres les sobrevive siempre.”

Arizona hoy, con su voto decisivo e inesperado de despedida a Trump, ha vengado a su senador.

Pues eso.