La aportación a la sociedad es justa si es proporcional

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23 jul 2022 / 10:18 h - Actualizado: 23 jul 2022 / 10:19 h.
  • La aportación a la sociedad es justa si es proporcional

La banca amenaza al Gobierno, no es nada nuevo y detrás de la amenaza suele venir el golpe, como en septiembre de 1973 en Chile. Y hay muchas formas de dar golpes. Cada palabra, cada acción de la banca es una amenaza. Lo fue y se cumplió y lo pagamos los demás, la brutal concentración bancaria con la eliminación de las cajas de ahorros, principal objetivo, que nos ha costado mucho más de cien mil millones de euros de hace veinte años ¿Cuánto es eso actualizado? Pues nadie ha devuelto ni uno. Solamente Caixabank se llevó gratis Bankia que nos ha costado a todos algo más de sesenta mil millones. Y nadie ha devuelto ni un solo euro. Por un euro el Santander engordó con la compra del Popular, cuarto banco de España. Todos los grandes bancos actuales han sido beneficiados con las falsas fusiones porque han sido absorciones, la mayoría de entidades rescatadas con dinero público. Y nadie ha devuelto un euro. Al contrario, el origen de sus beneficios ha cambiado, ahora cobran por depositar el dinero en sus cajas fuertes, o sea: prestárselo y pagarles por ello con lo que pueden permitirse reducir su crédito a las familias.

Ahora se quejan y dicen que hacerles colaborar con el resto de la sociedad en proporción a sus brutales beneficios, es “injusto y discriminatorio”. Y de “confundirles con la maldad”. Pero ¿alguna vez hicieron algo bueno para el conjunto de la sociedad? Han especulado y especulan al más alto nivel, han hundido miles de familias en la miseria, han concentrado todo el numerario en sus manos y le han dado uso usurero ¿y esperan obtener la gran cruz de beneficencia? Una gran empresa de Sevilla era la más barata en su sector con notoria diferencia porque se guiaba por el deber de contribuir, revertir a la sociedad una parte del beneficio que la sociedad le reportaba. Tardó poco una cadena de grandes superficies en comprarla, no fuera a cundir el ejemplo. Unas las compran, otras como ABENGOA, las hunden. En aquel caso optaron por la salida menos mala.

Pero los bancos no compran salvo ocasiones puestas en bandeja por la UE, como ocurrió con el Popular. Los bancos absorben, les llaman “fusiones por absorción” y el más capitalizado suma a los suyos el valor, los beneficios, los recursos propios y ajenos, las plusvalías y los edificios del más pequeño. Engorda, crece sin soltar un solo euro. Esto no es “habilidad” compradora, porque no compran, esto está en la norma del mercado (y no el de abastos), impuesto precisamente por las grandes entidades financieras dominantes.

La aportación de cada persona, física o jurídica a la sociedad para su sostenimiento debe ser directamente proporcional a sus beneficios, hablando siempre en porcentajes: a más beneficio, más aportación. Los bancos y las eléctricas gracias a su correspondiente ingeniería económica están obteniendo unos niveles de beneficios como nunca habrían podido soñar. No es justo por tanto que la sociedad se empobrezca mientras estas entidades vean subir sus dividendos en inversa proporción a la angustia sometida a miles y miles de familias y al propio Estado. El Estado no debe endeudarse para atender a las necesidades de la ciudadanía, no tiene por qué, mientras unas entidades privadas se enriquecen de forma progresiva y escandalosa, precisamente a costa de la pobreza creada. No es injusto ni discriminatorio hacerlas pagar, porque su ingreso está obtenido del bienestar detraído o disminuido a los demás.

La banca y las energéticas que viven de la aportación obligada de todos, tienen el deber y la obligación de aportar a la sociedad que las mantiene lo suficiente para su sostenimiento y si sus ingresos son extras, su aportación también debe ser extra. Lo injusto y discriminatorio es lo contrario. Lo injusto y discriminatorio es no disminuir ligeramente los salarios de sus altos directivos y los beneficios de sus accionistas. Y no eliminar las “puertas giratorias”.

Las amenazas de los bancos suenan a 11 de septiembre de 1973 y eso es inconcebible e imperdonable. Si se niegan a aportar, la Sociedad queda ampliamente autorizada a disminuir su negocio dentro de la legalidad más absoluta que es crear entidades cooperativas y públicas a las que los usuarios puedan pasarse libremente en busca de un poco de menos presión económica y un trato más acorde con las necesidades de esa Sociedad que hoy las mantiene, pero ya va siendo hora de mantenerse a sí mismos.