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La boda de Anabel Pantoja y el estercolero

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04 oct 2021 / 08:37 h - Actualizado: 04 oct 2021 / 08:47 h.
"Opinión","Televisión"
  • Fotografía: Mediaset
    Fotografía: Mediaset

Es sorprendente comprobar cómo un grupo de personas crece, hace dinero y obtiene cierta relevancia, a base de convertir todo lo que tocan en mierda. Es inquietante que un grupo de personas viva de destrozarse entre ellos o a otros y que todo lo que sepan hacer sea criticar con ferocidad, echando espuma por la boca y tratando de hacer el máximo daño posible. Y es desesperante ver cómo lo más casposo, cateto e inculto del rebaño encuentre hueco y pueda persuadir a dos o tres ancianas para ganar un dineral con ello.

Se ha casado una tal Anabel Pantoja. Parece ser que esta chica es sobrina de Isabel Pantoja y que todo lo que ha hecho en la vida es hablar en televisión de las cosas de su tía, de sus primos y de sí misma. Además, circulan de ella unos vídeos en internet que resultan patéticos. ¿Qué interés tiene que una mujer o un hombre borrachos digan gilipolleces sin filtro alguno? Pues bien, la tal Anabel se ha casado y ha celebrado su boda en una isla preciosa. En distintos días. Si bien la ceremonia no ha dado de sí, la fiesta ha ocupado todo el fin de semana a toda la banda de carrorreños que trabajan alrededor de las miserias humanas para poder seguir sumando dinero en la cuenta corriente. Y han utilizado sus minutos de cámara para decir que la boda fue una paletada, para discutir si esa fiesta debería haberse llevado a cabo o no (un par de días antes había muerto un familiar de esta joven que aparece borracha o bailando de forma ridícula en Internet), para destrozar a la novia, al novio y a los invitados. Todo un fin de semana para arremeter contra una compañera. Que alguien me explique qué tiene de divertido esto, por favor.

De eso va la televisión del fin de semana en alguna cadena que emite en España. De eso y de los escándalos que se producen en otros programas que se emiten antes o después de la bazofia esa que tiene como objetivo destrozar la vida del primero que asoma por la pantalla.

A mí me importa poco si a boda de Anabel Pantoja fue una paletada; me importa un bledo si Kiko Rivera ha dejado de seguir a su prima en redes sociales (¡menudo notición!); me trae sin cuidado si Belén Esteban (esta todo lo que tiene que decir, tras pensar, lo puede escribir en un confeti por una sola cara) gritó como una loca durante la celebración de la boda o si se bebió cincuenta litros de mojito; lo que sí me importa es lo penoso que resulta saber que la incultura y la soberbia del dinero fácil siguen instaladas en parte de la sociedad. Por cierto, en un grupo bastante pequeño. Además de estar bajando las audiencias de esa cadena, 1.500.000 de españoles no son todos los españoles. Somos muchos más los que hacemos otras cosas y estamos al margen de estas mamarrachadas.

Una última cosa: ¡Vivan los novios! O lo que quede de ellos después de esto.