Tribuna

La carta

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06 dic 2020 / 04:00 h - Actualizado: 06 dic 2020 / 04:00 h.
"Tribuna"
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Te entido. Lees "la carta" y, por la época en la que nos encontramos, piensas que me refiero a la carta de Reyes, pero no... Cuando digo "la carta" en lugar de "una carta" es porque para mí esta carta es más que especial, para mí no hay otra que se le pueda parecer, sencillamente, digo "la carta" porque es única y... ¿por qué es diferente "la carta"? porque se trata de la carta que mi padre me escribió en Diciembre del año 2000, la echó en el buzón de nuestra casa y esperó a que yo la encontrase...

Siempre he pensado que las cosas no suceden por casualidad, y cuando hace unos días dí con la carta entre las páginas de unos de mis viejos diarios, sentí como si mi padre quisiera hacerme llegar este mensaje de nuevo. La primera en recibirlo fue una María adolescente de 14 años, muy impulsiva y vehemente; quien lo recibe en el presente es la María de 35... Recuerdo que en su momento me dió un poco de vergüenza leerla y la leí rápido; en esta ocasión, la he leído lentamente, saboreando cada línea, emocionándome con los recuerdos evocados, deleitándome con la esencia de su mensaje, disfrutando al reconocer su letra... En cierta forma, esta carta no es la de Reyes pero sí la he experimentado como un regalo de Sus Majestades por adelantado porque qué mejor regalo (¡el regalo!, único e irrepetible) que volver a conectar con una persona especial que, desafortunadamente, ya no está.

Mis padres, Miguel y Lola, fallecieron hace ya unos años de cáncer de pulmón y no hay día que no los tenga presentes en mi corazón porque con sus enseñanzas, su amor incondicional, su esmero educativo, su confianza en mis capacidades... marcaron mi vida.

Hoy quiero compartir con vosotros las palabras que me dedicó mi padre aquel 31 de Diciembre del año 2000, porque probablemente algunos de vosotros sóis padres y todos somos hijos, estoy convencida de que entre sus líneas identificaréis la dedicación, el amor y la entrega que vosotros mismos habéis experimentado. Mi padre no era una persona muy expresiva, no le gustaba demasiado hablar (yo he salido más a mi madre, el contrapunto) pero cuando escribía... lo soltaba todo, abría una ventana a su mundo interior en la que te podías quedar pegado durante un buen rato... Así decía la carta de mi padre:

Sevilla, en el último día del año 2000

"Mi muy queridísima hija:

Sólo unas líneas en estas postrimerías del SXX para decirte lo mucho que te quiero, que he conseguido una hija por completo singular, del todo distinta, totalmente sorprendente, imprevisible, encantadora y buena.

Haciendo un repaso mental desde tu nacimiento a hoy, te puedo decir que en el libro de tu vida me han gustado y he disfrutado de todos los capítulos, los ha habido serenos, espectaculares y otros más que brillantes, pero nunca aburridos.

Te pido tu indulgencia si en algunos momentos mi seberidad y rigor te hayan hecho mella, pero has de saber que jamás hubo forjador con tanto amor y que siempre me movió la mejor de las intenciones, de todas formas me encuentro satisfecho con los logros alcanzados.

Así mismo, no debes de olvidar que tienes una madre maravillosa, que todo te lo ha dado, con una generosidad nada normal, siempre abnegada y presta a cualquier sacrificio por ti, recuerda siempre su cariño y amor y sé justa con ella pues siempre te lo dió todo a cambio de nada.

Pues bien hija mía, sólo una reflexión, ya que en estos próximos años en los que tu andar será más libre, más independiente, te ruego que escuches en tu corazón todo aquello que tu madre y yo te hemos inculcado. Ten fe siempre en todo lo que hagas, no temas al dilema ni a la encrucijada de los caminos, por seguro optarás siempre la mejor decisión, por tu criterio sereno y justo, porque le pones amor a todo y sobre todo por tu humanidad y recuerda siempre que el corazón tiene razones que la razón desconoce.

En fin hija, recuerda siempre lo que tu padre te quiere y llévate este recuerdo siempre contigo.

Tu Padre

P.D.: Deseándote lo mejor, te deseo una hija como tú. "

¡Cuánto bien me ha hecho encontrar la carta! de sus líneas deduzco que mi padre nunca se aburría conmigo, que me miraba desde un cristal benévolo (¡al leer cómo me describe hasta me caigo mejor!), que nos quería y valoraba a mi madre y a mí, que era conciente de que yo ya no era una niña, que aceptaba que empezase a caminar sola, que me pedía que siempre los recordase, que nunca perdiese la confianza en mí misma y que, sobre todo, recordase que me quería...

Me encantaría tener una máquina del tiempo para decirle a la María de 14 años que no tuviese prisa en leer la carta, que la valorase en su justa medida para darle las gracias a papá, en persona, con un fuerte abrazo y un beso. ¡Qué importante es decir las cosas en su momento! y si las dejas por escrito, mejor que mejor, pues las letras, ahí quedan, no se las lleva el viento...Con el corazón un poco nostálgico y contento, os recomiendo que nunca déis las cosas por supuesto (por más obvias que os puedan parecer) ¡exprésate! verbalmente y por escrito, enseguida notarás que eres un poco más rico... Y ese es un tipo de riqueza (¡la riqueza!) que no se acaba, pues habitará siempre en tu corazón y en tu cabeza. ¡Gracias papá!

María Graciani

https://mariagraciani.wordpress.com/