La carta de helados

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05 jul 2020 / 04:00 h - Actualizado: 05 jul 2020 / 04:00 h.
  • La carta de helados

"La vida es como un helado: hay que disfrutarla antes de que se derrita" he ahí una perla de "filosofía whatsapera" que esta mañana me envió mi amiga Laura. La verdad que es un consejo muy gráfico, estoy segura de que si lo vuelves a leer y cierras los ojos, eres capaz de ver perfectamente ese cono de helado (probablemente de chocolate) con sus "dulces afluentes" circulando a ambos lados de la bolita y siguiendo su curso a lo largo del cono hasta pringotearte las manos (a todos nos ha pasado alguna vez). A mí me gusta el helado y coincido en que encierra una lección de vida porque, si esperas demasiado, sólo habrás conseguido ensuciarte inutilmente y ya sólo quedará la sombra de lo que pudiste disfrutar...

Helado y verano son una buena pareja, el calor nos invita a tomar algo refrescante y el mix de dulzor y frescura de los helados nos ayuda a combatir los rigores del Lorenzo. ¡Seguro que tienes tu favorito! a mí siempre me chifló el de chocolate pero, desde hace años me gusta más la nata con nueces, los sabores vitales cambian con el tiempo y los del helado, también. ¿Te ha pasado alguna vez que crees que tienes algo muy claro (tu sabor favorito) y, de repente, se te amplía el abanico de opciones (la carta) y empiezas a dudar? a mí sí, justamente eso fue lo que me sucedió el pasado domingo.

¿Qué quiero?

Me encontraba en la playa de Caño Guerrero (Matalascañas), pasé un día playero magnífico con mi chico y, como colofón a la caída de la tarde, quedamos con nuestros amigos, Carmen y David en la heladería Dalino. "¿Qué os apetece?" -preguntó Carmen- "Vamos a ver qué tienen en la carta" -dijé yo-, la tomé entre mis manos y ¡oh, sorpresa! aquello era más largo que un día sin pan... Había una inmeeeeensa variedad de helados artesanos, primero tenías que decidir qué querías (el sabor de los helados, que más allá de los clásicos -chocolate, vainilla y fresa- te ofrecían un océano de posibilidades) y una vez ganada la batalla del sabor, había que decidir cómo lo querías (en copa, en cucurucho, en batido, en sorbete... Y dentro de cada una de estas opciones había "subopciones": copa pequeña, mediana, grande), la paciente camarera se pasó hasta en tres ocasiones por nuestra mesa y no terminábamos de decirle nada porque seguíamos mirando la carta...

¿Te suena la situación? esto suele ocurrirnos en nuestro día a día, llegamos a nuestra "heladería", ¿para qué vamos? obviamente, para tomar helado (no va a ser para degustar morcilla) pero ¿qué helado? ahí es dónde se complica la cosa... Si no vamos con una idea hecha, un objetivo concreto, una respuesta clara a la pregunta "¿qué quiero?" podríamos acabar por pedir cualquier cosa para no "perder el tiempo" (cosa paradójica, porque no hay mayor pérdida de tiempo que decantarse con rapidez por la opción equivocada). Es tan importante, complicado y necesario saber lo que se quiere... Lo bueno es que, una vez que lo descubres, no importa que la carta parezca una novela, es más, no necesitas ni siquiera empezar a leerla sino que, directamente, pides...

La solución creativa

Mientras nuestros amigos se decantaban por un batido helado de mango y caramelo (creo), Alonso, mi chico, dejó la carta, se levantó de la mesa y se dirigió al expositor de los helados. Por mi parte, seguía carta en mano, mirando por el rabillo del ojo a la camarera que orbitaba cada vez más cerca de nuestra mesa, de nuevo...

Decidí levantarme también para ver qué había dentro. Alonso ya tenía en la mano un suculento cucurucho de nata y chocolate, "¿sabes ya que quieres?"-me preguntó- dediqué una rápida visuada a los ¿20? sabores del expositor y reparé que en la parte superior, junto a los cucuruchos, había unas pequeñas tulipas de galleta y chocolate para rellenar con 3 bolitas, me decidí (¡al fin!) por aquella tulipa, que no estaba en carta, y la rellené con helado de nata con nueces, chocolate y vainilla. Con la satisfacción de haber realizado una buena elección, volví a la mesa con Alonso a charlar, reírnos y disfrutar de un buen rato con nuestros amigos.

¿Recuerdas aquel juego del cuadrado hecho de puntos que tienes que unir con tres líneas rectas? la solución estaba en salirse del propio cuadrado para unirlas, pues lo que hizo Alonso al levantarse y salirse de la carta para mirar dentro a ver qué descubría, me recordó a la solución creativa de este juego... Cuando nos agobiamos porque no sabemos que opción escoger lo mejor es crear tu propia opción, salirte de la carta, simplificar y descubrir tu tulipa...