La verea

La chabacanería en Semana Santa

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Ezequiel García ezegarcia85
14 abr 2019 / 11:15 h - Actualizado: 14 abr 2019 / 11:17 h.
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  • La chabacanería en Semana Santa

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No he podido morderme la lengua. No puedo dejar pasar la oportunidad que me da El Correo de Andalucía de ofrecer mi opinión en La Verea sobre la vergüenza ajena que me produjo ver el pasado Viernes de Dolores un vídeo dantesco: las carreras para colarse a ver la bajada del Señor de Sevilla, el Gran Poder, en su besamanos. Un acto íntimo que he podido vivir cuando he acudido de forma sobrecogedora. Es el reflejo de una fiesta que viene decayendo desde los años 90, y que tiene más de reclamo turístico que de sentimiento, devoción y familia.

Por aquellos años, la Madrugá comenzaba a sufrir un desgaste sin precedentes, con jóvenes y no tan jóvenes dando rienda suelta al libre albedrío, sin CECOP que controlara un centro histórico masificado y con grados de alcohol elevados a la enésima potencia. Todo explotó en aquel fatídico año 2000, en una de las peores estampidas que se recuerdan y que se cerró con la vergüenza de no saber qué paso ni quiénes fueron los culpables.

En esta espiral negativa, en este agujero negro en el que estamos inmersos la inmensa mayoría de la sociedad, no queda libre de pecado (casi) nadie. Comencemos por los valores. Estos deben nacer en la familia, y como tal, deben transmitirse de padres a hijos, pero el eslabón de la cadena ha debido romperse en las dos o tres últimas generaciones. Si vemos a un crucificado, a un Misterio o a un palio pasar por un lugar y ni siquiera respetamos el trabajo de los costaleros, la labor del capataz, todo lo que las hermandades traen detrás de ayuda y obra social y el sacrificio de seguir engrandeciendo el nombre de la Semana Santa en tiempos revueltos, mal asunto. Si eres creyente, rézale, pídele, da gracias o simplemente emociónate en ese momento efímero. Si no lo eres pero te asombra, respeta, observa, quédate maravillado como el que observa un Miguel Ángel o una pintura de Caravaggio. Porque de la tolerancia nace el respeto y del respeto, la gloria.

Estamos cayendo en una Semana Santa low cost donde no soportamos una bulla y a la mínima provocamos crispación a propios y extraños. ¿Por qué? Porque lo queremos todo ahora, ya, sin esperas. Por no hablar del estado en el que muchos ven las cofradías en las calles. Si sabes que no te soportas ni tú, pon la televisión y ve las cofradías cómodamente, con primerísimos primeros planos que van a ser de mejor calidad que el que saques con tu móvil. Pero a los que nos gusta la calle y sabemos andar entre el gentío, déjanos disfrutar en paz y sin crispación.

¿Qué decir del batallón de sillitas portátiles? Cuando en 2009 sufrí por segunda vez una estampida de gran calibre en la calle Reyes Católicos, vi tras ella un panorama desolador de gente por los suelos, personas mayores doloridas y carritos de niños pequeños destrozados por la marabunta. El reguero de sillas portátiles era insultante, provocando más caídas y tapones y heridos por las aceras. Y poco se está haciendo, hasta que ocurra una desgracia que lleva rondando a Sevilla desde hace 20 años. La Madrugá se ha convertido en un ejercicio psicológico de cómo vencer al miedo, al vandalismo y al rezar para que no ocurra nada, con el corazón encogido desde que el Silencio abre sus puertas hasta las primeras claras del día. Malditos seáis aquellos que no respetáis la noche más larga del año en Sevilla.

Basta ya de nazarenos haciéndose selfies, saliendo con más años que un bosque a fumarse un cigarro o tomarse un café en medio de una ¡estación de penitencia!; de componentes de bandas que parecen que van en una charanga, de bares que no respetan ni siquiera que una cofradía va a pasar por delante de su bar apenas 5 minutos para apagar la TV, bajar el volumen, mantener el respeto; basta ya de ser cutres, de chabacanería, de no respetar los momentos, como ocurrió el Viernes de Dolores en la basílica del Gran Poder.

No quiero dejar en el tintero, antes de mi punto y aparte, el papel de las hermandades. Gracias por tanta labor social, por tanta ayuda, por tantas sonrisas regaladas, por tanta devoción y por mantener viva esta tradición medio milenaria que hace que una semana triste por la muerte de Cristo sea vivida en la ciudad de Sevilla como la más alegre. Pero, sobre todo, gracias por ir atajando la degradación física y moral embelleciendo los enseres e imágenes, cortando cabezas cuando es necesario si una persona o grupo de personas comienzan a aplicar el cortijerismo en vuestras sedes, cuidando al detalle que todo el cuerpo de penitentes, incluidos los costaleros, saben estar, saben salir y saben quitarse de en medio para no acaparar el protagonismo de vuestras imágenes titulares.

Y gracias por seguir presionando a políticos y mandamases para que la Semana Santa sea eso, una semana donde hay una de las manifestaciones culturales y/o religiosas más importantes del mundo que debe hacer retrotraer al forastero y al que lleva toda su vida viendo una cofradía a sus recuerdos más íntimos y remotos, haciendo de Sevilla un foco de atención único, donde propios y extraños disfruten, respeten, recen o admiren un museo itinerante desde el Tiro de Línea a Triana, desde San Julián al Fontanal, desde Carmona a Badolatosa, desde Cazalla a Coripe.

Feliz Domingo de Ramos. Feliz estación de penitencia a todos los que vais a hacerla de verdad y de corazón. Seguid enseñando a vuestros más pequeños lo que vuestros padres y abuelos os transmitieron: amor y respeto, recogimiento y devoción, Cruz y Salvación. Que así sea.