Supongo que a usted le parece un escándalo y un bochorno lo de la compra de votos en la que están involucrados candidatos por el PSOE en Mojácar (dos de los siete detenidos hasta ahora lo son). Supongo que lo de Melilla le parece igual de escandaloso. Y es que es repugnante que en democracia pasen estas cosas y que tengamos una clase política tan baja y tan falta de escrúpulos. Me siento engañado, estafado, creo que juegan conmigo y con todos nosotros, detesto que no esté quedando en píe ni uno solo de los valores por lo que tanto se ha luchado y por los que han muerto tantas personas.
Pero esto no es nuevo. Si alguien piensa que esto es cosa de los socialistas modernos debe echar un vistazo a sus libros de Historia de España. No son pocos los casos conocidos de ‘señoritos’ que metían en la furgoneta o subían a la carreta a los peones, les ponía un sobre con el voto dentro en las manos, les acercaban a las urnas y les llevaban de regreso para que siguieran trabajando. Por supuesto, los peones no sabían leer y votaban lo que les decían si querían continuar en su puesto de trabajo. Tras terminar el sexenio democrático, allá en los años setenta del siglo XIX, votaban los muertos, cambiaban las urnas al finalizar la jornada electoral (por otras con los votos favorables al tramposo, claro) o te amenazaban de muerte si votabas a no sé quién. Sirvan estos ejemplos para ilustrar lo que digo aunque hay muchos más.
Llegué a pensar que, después de la dictadura franquista, ya habíamos aprendido lo suficiente y no cometeríamos los mismos errores, que la libertad lo era todo y no nos la íbamos a jugar. Pero no, seguimos en nuestras trece.
Qué pena de España.