La Gazapera

La copla se queda sola

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
27 dic 2020 / 09:43 h - Actualizado: 27 dic 2020 / 10:26 h.
"La Gazapera"
  • Patricia Vela.
    Patricia Vela.

El pasado viernes tuve una larga conversación telefónica con la gran cantante de copla Patricia Vela y cuando acabamos la charla me quedé un poco triste por saber que este género artístico tan importante está atravesando quizá el peor momento de su historia debido a la pandemia. El flamenco tiene algún apoyo, aunque insuficiente, pero la canción andaluza lleva años muy abandonada. “Siempre nos ha tocado bailar con la más fea”, me dijo Patricia. Se han ido muchos de los grandes y de las reinas del género. Hace unos días supe que Gracia Montes está mal y, aunque lleva años retirada de los escenarios, se me puso malo el cuerpo porque soy un enamorado de su arte, de esa canariera que la artista loreña tiene en la garganta. Aún recuerdo cuando la vi por primera vez en un escenario, el Teatro Lope de Vega de Sevilla, y más que una crítica le hice una declaración de amor en este periódico.

A la copla le colgaron el sambenito de género artístico franquista y no hay manera de que la gente en general lo vea de otra manera. Lo intentaron con el flamenco, pero se estrellaron porque murió el dictador y este arte subió como la espuma y se extendió por todo el mundo. Y no es que fuera maltratado por el franquismo, como se ha dicho hasta la saciedad. Hay que recordar que la gran época del cante, el baile y el toque, la última Edad de Oro, surgió precisamente en el franquismo, en los cincuenta, con la creación de los festivales de verano y la revolución de artistas como Mairena, Matilde Coral, Fosforito, Farruco, María Vargas, Mario Maya, la Paquera, Lebrijano, Paco Cepero, Menese, Manuela Carrasco, Morente, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y Camarón.

Cuando pase la pandemia, que pasará en meses, los teatros andaluces deberían recuperar entre todos lo que queda de la copla y poner de actualidad un género que siempre ha llenado teatros. Supongo que la izquierda radical que tanto poder tiene no va a apoyar nada, pero habrá que intentarlo al menos porque, entre otras razones, hay que decir que muchas familias dependen de que se siga apostando por la bata de cola y las voces de oro, como la de Patricia Vela, quien no se rinde y piensa que aún tiene mucho que decir. Lo dice con una pasión como solo estas artistas saben decir las cosas del arte: poniendo el alma y el corazón. Sinceramente, España sin la copla es menos España.

Recuerdo que hace muchos escuché cantar a Juana Reina en el Antiguo Mercado de La Unión, en el Festival Internacional de las Minas, que estaba totalmente lleno. Aprovechando uno de esos silencios que suele producirse, le grité: “¡Viva la calle Parra!”. Y doña Juana me buscó con la mirada, entre el gentío, para darme las gracias con los ojos llenos de lágrimas y su mano derecha en el pecho. “Gracias, caballero”. Luego cantó como nunca, con Sevilla enredada en su garganta. No podemos dejar morir un género tan andaluz.