Desde la espadaña

La cruz de Sevilla

Si ni el aire estropea las paredes de esta ciudad, que nulo derecho tienen estos pobres necios de abrir las casas de Sevilla sin permiso

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09 mar 2020 / 08:22 h - Actualizado: 09 mar 2020 / 08:26 h.
"Literatura","Historia","Patrimonio","Turismo","Tradiciones","Desde la espadaña"
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Si Cervantes, Aníbal González, Romero Murube o Luis Cernuda levantaran la cabeza se preguntarían cuál o cuáles son las razones para que en un centro histórico de Sevilla aparezcan pintadas de las que la ciudad parece tener su cruz años tras año. Porque, definitivamente, nos encontramos frente a barbaries que ni se entienden en escritura ni se comprenden en cultura. Esta ciudad que de momento siempre te sonríe y te atrae, termina por desconcentrarse y se pierde cuando su cal y su pared limpia es violada junto a sus calles y a su historia. Este año le ha tocado soportar “La Virgen María también abortaría” y al pasado año “La mejor Iglesia es la que arde” y otras más amenazantes “La Iglesia...” hace sólo unos meses. Pero Sevilla sabe huir de estas mezquindades tanto como el aire que respira.

Hemos recuperado tantas tradiciones y, sin embargo, no hemos sabido construir una generación que contemple a Sevilla como el centro del encanto del que todo nace. Porque Sevilla fue el epicentro del mundo y, por tanto, inculto grafitero, quién llegaba a esta ciudad sabía que tocaba una tierra de historia, presente y futuro. Por eso, tanto los anteriores autores como los Cervantes, Murillo, Velázquez o Martínez Montañés amaban a esta ciudad como a ellos mismos .- ¿Qué hacer en Sevilla?.- Es una pena que veáis a esta ciudad como un simple circuito de calles y paredes donde hacer lo que os dé la gana. Les diría a estos destrozadores baratos de ciudad aquellas palabras de Luis Cernuda “recuérdalo tú y recuérdalo a otros”. Y aunque sé que mis palabras tendrán poco recorrido con estos pintores de brocha gorda, al menos, déjenme intentarlo.

Me pregunto si estos amigos de lo ajeno han sentido alguna vez el respeto por Sevilla y si alguna vez han pasado largas noches de invierno dentro de un inmenso silencio escuchando entre hojas de fina literatura sevillana hermosas campanas claustrales o el racheo desgarrador de un Señor de Sevilla que vuelve a Su casa. Pero me temo que estos autores están todavía muy lejos de saber lo que tienen a su alrededor; quizás su mente enfermiza y lejana por respetar a una mujer milenaria no les hace más que tener en su mente ruidos indeterminados y voces lejanas que los perturban.

Cuando viajo por Europa, lo hago con una mezcla de envidia, complejo e instinto de emulación porque si tuviésemos ese mismo cuidado con nuestra historia y patrimonio, aquí no se cabría con ese turismo de calidad que nos quieren hacer tragar desde el Consistorio. Quizás la frase de Machado “qué sería Sevilla sin los sevillanos” tiene ahora más sentido que nunca. A las galeras del Archivo de Indias mandaba yo a estos sujetos durante unos meses donde se dedicarían a leer manuscritos de los siglos XVI y XVII.

Está claro que Sevilla crece cada día, pero, al mismo tiempo, estas salvajadas nos avisan que algo se nos va de la ciudad y nosotros con ello. Estas burdas pintadas en la piel más fina y caritativa de nuestra esencia nos aturden, nos sobrecoge y más claramente debemos repudiar. Muchos abusos de este tipo se han cometido ya en Sevilla como para encima tener que soportar la impunidad del autor y no podemos, como partícipes en la historia sevillana, mirar a otro lado y fingir que nada vemos porque podemos perder en pocos meses lo que tantos años nos ha costado ganar y las palabras de Machado “no está el mañana ni el ayer escrito” podemos experimentarlas en Sevilla. Que nadie nos diga que queremos hacer con el patrimonio y la historia de la ciudad y menos estos adolescentes con vozarrones de hombres, pero cara de niños o ellas que alcanzan la talla de la fecunda plenitud con la inconsciencia y la pusilanimidad de una colegiala de primaria.

Si no sabemos gritar a los cuatro vientos que estas historias contra nuestras esencias no son admisibles, convergeremos en un confusionismo del que nacerán risas, lágrimas, enfados y hasta el egoísmo irreflexivo del que no sabe qué moza podemos perder para siempre ¿es que acaso no aprendimos el asesinato en masa que cometimos con el patrimonio de Sevilla en la década de los años 60 del pasado siglo?

Sevilla es una mujer que sabe pintarse por sí sola y dejémonos ya de proemios a favor de los tiempos que corren. Dejen a esta ciudad en paz y vivan ustedes del cuento si quieren emperifollarse consigo mismos mientras otros haremos por pasear por estas calles de Sevilla borrachos de su literatura y alimentándonos de su aire, de sus noches y de sus silencios más sevillanos. Quítense el polvillo de sus complejos y comiencen a pasear por Sevilla y, por favor, no caigan en estas vulgaridades porque personas como ustedes estorban en nuestras calles y esquinas.