La demografía y la acción social buscan un proyecto

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11 ago 2019 / 08:01 h - Actualizado: 10 ago 2019 / 18:07 h.
  • La demografía y la acción social buscan un proyecto

Demografía y acción social son dos realidades que están entrelazadas. Dos hechos constatables, que no se están abordando con el rigor y los compromisos políticos y sociales que nuestra sociedad precisa.

Es un hecho que nuestra sociedad está altamente envejecida. Es, perfectamente, constatable que nuestra esperanza de vida es alta, muy alta. Es impensable que esto tiene que tener una previsión y planificación por parte de los poderes públicos, porque si no es así se dará un colapso social de consecuencias impensables. Mucho antes de lo que nos pensamos.

Lo anterior nos obliga a todas las partes a diseñar el sistema social más realista posible. La solución es trabajar conjuntamente, insisto mucho sobre esta idea, porque es la única salida que tenemos.

El envejecimiento y la esperanza de vida conlleva de manera conjunta, y esto no se debería ocultar a la población, la necesidad de buscar nuevas fórmulas para atender las necesidades que vamos a demandar en un futuro próximo, y que de hecho ya se están dando Miren Vds. a su alrededor y verán que muy cerca, inclusive en su propia familia, existen casos que derivados del envejecimiento se producen situaciones de cronicidad en la dependencia causada por enfermedades de diversa índole. Normalmente no se dan las soluciones adecuadas y se suele producir una gran angustia familiar, la pregunta es ¿qué pasará y cómo podremos llevar adelante esta situación? De momento, la solidaridad familiar suple la carencia de un sistema sociosanitario no articulado de manera adecuada.

La obligación de una sociedad es cuidar a quienes han ayudado a construir el estado de bienestar. Debería darse un pacto social por parte de todas las fuerzas políticas y trabajar conjuntamente por diseñar un sistema de acción social que uniera lo sanitario y lo social, sí un proyecto sociosanitario. Llevamos años hablando de ello; pero poco o casi nada se ha avanzado.

Lo anterior conlleva, sin lugar a dudas, a analizar en profundidad el sistema sanitario que actualmente tenemos para dar cabida al ámbito sociosanitario. Existen tentativas, según las Comunidades Autónomas, pero no dejan de ser pequeños proyectos que muchas veces no tienen el encaje adecuado en el sistema sanitario existente. Esfuerzos se han hecho; pero queda muchísimo por desarrollar. Es imprescindible sumar fuerzas y voluntades. La suma de ambas dimensiones podrá hacer posible el milagro de que el Estado de Bienestar no venga a menos. Hoy, sin pretender ser alarmistas, de dan variables que, de seguir, pueden actuar en contra del mismo.

Falta una Ley General de Acción Social que nos dote de un marco referencial; pero tiene que ser una ley moderna y eficaz que pueda dar cabida a los diversos agentes que pueden diseñar un trabajo conjunto, éstos son las Administraciones Públicas, el Tercer Sector y el Tejido Empresarial.

Existen leyes de servicios sociales en las diversas Comunidades Autónomas, inclusive existe una ley en punto muerto que no ha logrado ver la luz en todo su esplendor, es la Ley de Autonomía Personal, conocida como la Ley de la Dependencia; pero falta una ley marco de acción social que recoja sin miedo el marco del espacio sociosanitario.

Esta Ley debería de proponer un sistema organizativo que pudiera establecer una serie de servicios sociosanitarios a través de proyectos conjuntos entre la Administración Pública Municipal, el Tercer Sector y el Tejido Empresarial, evidentemente con el apoyo del Gobierno Autonómico y de la Administración General del Estado. Tendría que facilitar centros especializados en la atención sociosanitaria, según la población existente. Centros gestionados por el Tercer Sector con el apoyo del Tejido Empresarial y supervisados por la Administración competente, que podría ser la Administración Municipal según la población del Municipio o si no por la Autonomía.

Se trataría de poder facilitar a las personas con demanda sociosanitaria de servicios de proximidad atendidos por profesionales cualificados para las necesidades concretas de la población.

Serían centros diseñados "ad hoc", alejados del concepto hospitalario agudo y con una visión más próxima al entorno en donde se ha vivido.

Desde estos centros se diseñaría, partiendo de un trabajo en equipo con los servicios sociales municipales, con los servicios sanitarios -centros de salud- , con el Tercer Sector y con el Tejido Empresarial , la atención integral a las personas susceptibles de ser atendidas desde un área sociosanitaria potente y reconocida, de verdad, por los responsables políticos.

Para todo esto se precisa voluntad política y estar decididos a dar un cambio de rumbo en nuestro sistema actual que, por desgracia, no será capaz de atender a toda la demanda que se va a ir imponiendo por la propia realidad demográfica.

Existen asociaciones del Tercer Sector que, sin duda, estarían dispuestas a realizar un trabajo conjunto, entre éstas estoy convencido que estaría LARES. Esto, también, conlleva a un cambio de mentalidad en las Asociaciones. Deben abrirse y estar dispuestas a trabajar, sin miedos, de una manera conjunta. Creo que, desde luego, se sumaría el Tejido Empresarial. Efectivamente, hace falta voluntad y, no solo, política sino también de los sectores sociales y empresariales.

Toca apelar al sentido del Bien Común y a la responsabilidad que, desde esta perspectiva, tiene la Iglesia Católica. No estaría mal que muchos de los inmuebles existentes y pertenecientes a las diversas Instituciones de la Iglesia se pudieran poner al servicio de un macro proyecto sociosanitario. No se trata de regalarlos, se trata de ponerlos en valor y, a través de esta acción, poder colaborar en un proyecto social muy necesario en países altamente envejecidos y con una demografía en declive; al mismo tiempo que pueda obtener el justo rendimiento económico para apoyar a otros programas sociales desarrollados por estas instituciones, no solo en el territorio de donde es el inmueble sino en países mucho más empobrecidos. Se precisa una Iglesia con altura de miras y que no tenga miedo a buscar proyectos conjuntos en el ámbito sociosanitario con las Administraciones Públicas, el Tercer Sector y el Tejido Empresarial. Proyectos transparentes , de carácter solidario y que busquen ayudar. Los principios del Bien Común también deben de remover a la propia Iglesia, no solamente escribir sobre ellos sino practicar de manera operativa. La parábola de los Talentos debería ser un referente.

La Ley Marco de Acción Social debería facilitar el desarrollo de todo lo dicho anteriormente, en donde el rol de las Administraciones Públicas, del Tercer Sector y del Tejido Empresarial tuviera un marco general definido que ayudara al desarrollo de proyectos conjuntos.

David López Royo

Sociólogo