Los que organizan habitualmente el zarandeo al PSOE son los que no les votan. Cuando se recuperaron de la era de Felipe González pensaron que el poder político volvía a sus manos para siempre, como debía ser. Deslegitimaron el triunfo de Zapatero acusándole de ganar gracias a los muertos del 11-M y extendieron la especie de que era un idiota. Cuando recuperan el poder prometiendo acabar con la crisis de la que culpaban al PSOE y no a la caída del dólar y sus banqueros, se ponen a gobernar haciendo lo que querían, fuera o no lo prometido.
Y en ese tiempo alentaron la crisis de los que consideraban sus únicos enemigos, los socialistas. Machacaron a Rubalcaba, a quien ahora acuden como si fuera el oráculo de Delfos. Permitieron que Lara diera cobertura en la Sexta a un grupo de amigos, «unos frikis», insignificantes para quitarles el poder pero útiles para debilitar al PSOE.
Y ahora, cuando comprueban que no pueden gobernar porque no tienen ni escaños propios o cercanos suficientes, se ponen a pedir al PSOE que renuncie a hacerlo. Y apelando a su responsabilidad y demás soflamas con la patria por medio, les hablan de la gran coalición y otras añagazas o repetir las elecciones hasta que estas les sean propicias.
Pero si de patriotismo hablamos y no de interés de perpetuarse en el poder, que ofrezcan a la patria su abstención para evitar un gobierno de izquierdas con esos a los que jalearon cuando el enemigo era el PSOE.
De modo que menos soflamas. Si hay un gobierno de izquierdas en España pedidle cuentas al PP y a cuatro años de gobierno arrogante y sectario, la derecha.