La (des)ventaja de la ignorancia

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30 jul 2022 / 17:37 h - Actualizado: 30 jul 2022 / 17:40 h.
  • La (des)ventaja de la ignorancia

En realidad, no. Ser ignorante no es ninguna ventaja. El ignorante se equivoca con más facilidad que el informado y, peor aún, lo equivocan. Lo peor no es eso, eso es un problema para el/la ignorante y su entorno a quien salpica con no poca frecuencia. Lo peor es que el/la ignorante insiste y persevera en su ignorancia. La ignorancia es una carencia, no un pecado pero sí una carencia, no es una falta salvo en cuanto lo que falta es conocimiento. Sí es un pecado la peor consecuencia de la ignorancia: creerse sabelotodo, es el atrevimiento. El atrevimiento permite a quien no conoce más historia que la que dio en primaria dar lecciones y hasta corregir a historiadores con un despectivo “a ver si lees algo de historia”. El atrevimiento de quien no tiene idea de lo que está viendo pero sentencia contra quien lo hace: “No tiene ni idea. Es la frase, genial, del gordo amigo de Astérix: “—Este bosque está muy mal organizado, hay árboles por todas partes”.

El atrevimiento es el gran pecado de la ignorancia, es como aquella señora, propietaria de un bar de carretera, con un niño de seis o siete años, que correteaba descalzo y se dio un corte en la planta de un pie. Cuando la señora acudió con un bote de desinfectante a base de mercurio, un joven, estudiante de quinto curso de medicina que almorzaba en el bar junto con un grupo de amigos, le recomendó que le lavara el pie, cubierto de polvo y basura, con agua y jabón previo a la aplicación de cualquier antiséptico. La mujer, muy digna (a su manera), torció los labios en gesto que denotaba repugnancia y desprecio hacia el estudiante y “como el niño era suyo, ella sabía cómo debía curarlo”, le roció el que tenía en la mano sobre la herida, invisible a causa de la suciedad acumulada en el pie. A la señora le parecía extraño que el agua y el jabón y retirar la suciedad de los labios de la herida, fuera más eficaz desinfectante y el pie del niño se quedó con la suciedad teñida de rojo. Se ignora el resultado, el consuelo es que los niños tienen una gran resistencia. Menos mal.

Esa ignorancia capaz de mostrar desprecio por un sabio consejo y al despreciarlo puede llegar a provocar una infección, incluso grave, se da en todos los aspectos, en todos los sectores, en todas las situaciones de la vida cotidiana, muchas veces con grave repercusión negativa, por tanto con grave perjuicio para la Comunidad.

Esta ignorancia es irresponsable y en algunos momentos y circunstancias su irresponsabilidad se multiplica. Es la misma que acude a votar a pesar de rechazar que se hable de actualidad, si es actualidad política. “No merece la pena”, “son todos iguales”, “No discutir para no crear problema”, “si no nos vamos a poner de acuerdo”, etc., son algunas de la excusas. Porque lo que se rechaza en realidad es la información y rechazar la información es de una gran responsabilidad porque es irresponsable y fomenta la irresponsabilidad. Sería lógico preocuparse por conocer a fondo y por interpretar lo más acertadamente posible las políticas, las resoluciones, las motivaciones que mueven a cada colectivo político y a cada persona, a cada candidato, para no votar contra sí mismo. Es contradictorio que quien vive de un salario apoye a quienes se nieguen a subirlo, que quienes precisan una vivienda, en compra o alquiler a precio acorde con los ingresos, elija y eleve al cargo a quien no se preocupa o está contra la contención de los precios y contra la construcción de viviendas públicas, que quien sufre paro o está en riesgo de sufrirlo, apoye a quienes llevan a cabo unas brutales “reconversiones” que en realidad son desindustrialización; o que quien no puede pagar colegio ni sanidad, quien por fuerza necesita la pública, apoye a quienes defienden la privatización. Y esto sólo por citar algunos ejemplos.

Sólo la ignorancia puede ser culpable de estas disfunciones tan perjudiciales para la inmensa mayoría y para la mejora del nivel de vida en el Estado. Por eso es tan necesario abandonar la cómoda complacencia en la incultura y hacer un esfuerzo para activar la voluntad con que elevar el nivel de responsabilidad y de conocimiento.