Los medios y los días

La encrucijada del aborto

Image
03 ene 2021 / 04:00 h - Actualizado: 03 ene 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Manifestación pro aborto en Argentina. / EFE
    Manifestación pro aborto en Argentina. / EFE

Qué difícil es escribir sobre el aborto para una persona como yo que no puede dejarse llevar sólo por sus emociones sino por los hechos, por la realidad, es la obligación de todo científico social, de todo filósofo que de verdad lo sea. Arreglar el mundo se hace pronto y el español en especial soluciona con rapidez las cosas, algunos miren ustedes cómo quieren hacerlo: fusilamos a más de la mitad de la población y asunto resuelto. Otros creen que con la independencia vivirían mejor, los muy ingenuos, seguramente se convertirían en un paraíso fiscal que guarda toda la inmundicia de miles de delincuentes millonarios que con esas avaricias asesinan a niños y adultos.

Siempre he estado contra el aborto, antes cuando era un militante de la izquierda comunista y ahora cuando sólo milito para comprender lo que me rodea y comprenderme a mí mismo. Durante mi actividad comunista me acompañaban camaradas que eran católicos, los cristianos por el socialismo, miembros de las comunidades de base de la Iglesia, curas rojos o anarquistas, algunos dejaron las sotanas y otros siguieron en la brecha. Nos unía la defensa de los desfavorecidos y la lucha por la libertad que en realidad era una sola causa, lo comprendí después: sobrevivir nosotros mismos espiritualmente, la filantropía es en realidad egoísmo pero menos da una piedra porque existe mucho de lo que llamo egoísmo solidario.

Cuando en los años 70 estudiaba en la universidad tenía una gran amiga, era brillante, alegre, bonita, no pertenecía al progrerío politizado en el que yo estaba, más bien al segmento de las niñas bien que iban a la universidad a estudiar sin más complicaciones. Pero congeniaba con todo el mundo, era madura, tenía ilusiones por vivir, con ella charlaba extensamente y nos veíamos a menudo en aquella Sevilla de pubs acogedores que un día existió porque yo era y soy mucho de pubs, el ruido de los bares sevillanos me espanta aunque me prive de lo mejor que tiene Sevilla: sus tapas.

La última vez que estuve con aquella amiga de la carrera creo que fue en el Pub Tit’os, (¿se llamaba así?), en la Plaza Cristo de Burgos (por supuesto, ya no existe). Salimos muy de madrugada de allí y nos despedimos. Al cabo de un tiempo me dijeron que había muerto desangrada en Portugal, intentando abortar, un aborto de esos chapuceros. No, para los mal pensados, entre ella y yo sólo hubo amistad, ¡nada menos! Fue la primera vez que me sentí estremecido por la tragedia del aborto porque quería mucho a aquella amiga y sentí muchísimo su muerte.

Recientemente he visto por todas partes a miles de mujeres en Argentina saltando de alegría porque ya pueden abortar con garantías sanitarias. Aquí en España hace tiempo que pueden hacerlo. Mis sentimientos y mi razón se mezclan, siguen encontrados o, mejor, sufriendo encontronazos con este tema, lo veo como un derecho necesario y a la vez perverso. Sé que muchas mujeres mueren por la falta de ese derecho pero sé que muere también el cigoto y/o el nasciturus y que detesto que la izquierda tome como bandera ese hecho. Porque la izquierda ha nacido para eliminar todo aquello que frene la vida y sé al mismo tiempo que prohibir no es positivo porque las prohibiciones en este campo se las saltan en primer lugar aquellos que más tienen, muchos de los cuales en público están contra el aborto.

¿Solución? No es bastante con la educación sexual porque las hormonas suelen ser más poderosas que la cabeza. Sin embargo, por supuesto, educación sexual pero también ética, dominio de uno mismo, mecanismos que eviten la unión de las dos células que forman un humano en potencia. Y aborto en último extremo, muy pensado, muy meditado, cada cual es dueño de sus decisiones y habrá de sopesar si el remedio va ser peor que la enfermedad. Menos hipocresía, ésa que lucen tantas personas otorgándole más valor al que aún no ha nacido que al que lleva meses o años en este mundo. Personalmente estoy contra el aborto pero no contra su legalización, ¿me explico? En este mundo hay que tomar decisiones dolorosas y, al mismo tiempo, trabajar para no tener que tomarlas nunca porque, desde luego, de progresistas no tienen nada. Para ese trabajo hay que empezar por enfrentarse al problema sin miedo ni prejuicios.