La enseñanza del barbero del coronel

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15 sep 2019 / 07:14 h - Actualizado: 15 sep 2019 / 07:14 h.
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  • ‘The Son’, la serie basada en el bestseller del finalista del Premio Pullitzer, Philipp Meyer.
    ‘The Son’, la serie basada en el bestseller del finalista del Premio Pullitzer, Philipp Meyer.

Las buenas series tienen la capacidad de hacernos disfrutar y pensar al mismo tiempo, y ese binomio de disfrute-reflexión se presenta con tanta naturalidad y en tan magnífica fusión que se nos pasa volando ese ratito de televisión, y así, una vez terminado el capítulo, seguimos inmersos en nuestra reflexión y, por supuesto, las buenas series (como las buenas personas) siempre nos dejan con ganas de más, pues alimentan tanto nuestra curiosidad e imaginacinación que siempre nos saben a poco y solemos estar prestos a recibir el siguiente bocado de disfrute y pensamiento...

Ayer por la noche me encontraba viendo "The Son", la serie basada en el bestseller del finalista del Premio Pullitzer, Philipp Meyer. Esta serie recrea la vida en la Texas de principios del SXX y el ascenso al poder de la familia McCullough. El patriarca de la familia, el coronel Eli McCullough, experimenta una tremenda transformación de la bondad más cándida de la juventud hasta el carácter más frío y calculador de su bien entrada madurez -reflejado en su forma de entender los negocios-. Hubo una imagen, propia de la época, que me llamó la atención, una escena en la que el poderoso coronel McCullough, entraba en la barbería, se recostaba en la silla y dejaba expuesto su gaznate, en manos del saber hacer de su barbero, quien, con gran pericia y navaja en mano, hacía un trabajo digno del mejor artesano.

Dos matrimonios bien avenidos...

Viendo aquella escena pensé: "¡lo que debe confiar el coronel en su barbero!" porque, literalmente, se ponía en sus manos, unas manos que manejaban una navaja muy cerca de su yugular y, sin embargo, la expresión del patriarca McCullough no podía ser de mayor serenidad, como si tuviera la plena certeza de que todo iría bien. Probablemente, esa certeza estaba basada en la experiencia, esto es, casi con toda seguridad, no era la primera vez que el coronel entraba en esa barbería y, por tanto, ya era buen conocedor de la capacidad de su barbero (es decir, ya no era "un barbero" cualquiera, se había convertido en "su barbero", por la confianza depositada y la destreza demostrada). Esos son dos matrimonios bien avenidos, me refiero al de la capacidad y la confianza así como el de la experiencia y la certeza. Sin capacidad no puede haber confianza; el saber hacer efectivo, sostenible a lo largo del tiempo, es el padre de la credibilidad de la marca, ese saber hacer es lo que hace que nos recostemos bien a gusto sobre la silla y le digamos con convicción al barbero: "¡aquí está mi garganta, confío en ti!", seguro que lo habrás pensado, es difícil encontrar una confianza de la calidad de la del barbero del coronel, pero una vez que la encuentras... ¡mueres con él!

Actos de fe...

El otro matrimonio bien avenido es el de la certeza y experiencia, la primera existe gracias a la segunda, es decir, la seguridad se genera a base de repetir con éxito; el coronel se expone ante el barbero porque ya lo ha hecho muchas otras veces en el pasado y sabe que no le va a fallar. ¿Puede haber certeza sin experiencia? podría ser, eso se llama "acto de fe", alguna vez en la vida todos realizamos algún acto de fe, pero si le preguntásemos al coronel si estaría dispuesto a realizar un "acto de fe" con un nuevo barbero, al que no ha visto en su vida y del que desconoce su capacidad, probablemente nos diría que no (es normal). En los negocios (y en la vida, en general) los actos de fe deberían de realizarse de forma excepcional y no como hábito (pues podrían salirte caros). Esto no significa que debamos convertirnos en seres desconfiados pero sí prudentes.

Y, llegados a este punto, puede que te preguntes, ¿cuál es la enseñanaza del barbero del coronel? fundamentalmente, que a uno mismo hay que ser fiel, que en lo tuyo debes demostrar una destreza singular y así es como más gargantas te van a mostrar.

Por cierto, en la próxima ocasión en que pienses en exponer la tuya (literal o metafóricamente), piensa bien si estás frente a "tu barbero", no vaya a ser que te tomen el pelo...

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