La escoria que escupe en mi tumba

“¿Ni aún empujada a no ser, me gano vuestro respeto? A mis hermanas sólo les pido, que alejen de mi tumba a los que vienen a escupir odio, indiferencia y venganza. No me traigan flores. Que aquí, donde ahora mismo me encuentro, lo único que necesito es JUSTICIA”

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Pepa Violeta Pepavioleta
31 may 2020 / 13:29 h - Actualizado: 31 may 2020 / 13:36 h.
  • La escoria que escupe en mi tumba

Podría ser este el encabezado de una epístola o una nota de despedida. Algo parecido a unas últimas voluntades escritas de forma improvisada en una servilleta. Restos de tinta y dolor que narran el triste desenlace de Verónica, la empleada de IVECO que hace un año se suicidaba ante la imposibilidad de soportar la presión tras la viralización, sin su consentimiento, de un video privado con contenido sexual. Esta semana la justicia decide cerrar el caso por falta de pruebas y denuncias. La respuesta feminista no se ha hecho esperar.

Las redes on fire

Las redes sociales están que pie de guerra con campañas de apoyo a Verónica y denunciando la violencia judicial y machista que tenemos que soportar las mujeres en este país. Nos acosan y silencian. Nos levantan la voz, nos ridiculizan y cosifican. Nos matan... y pocas personas arriman el hombro para denunciar estos actos de terrorismo machista. Iniciativas como el hashtag #justiciaparaverónica y campañas de denuncia social como la de la artista Lula Gómez (@eres_una_caca), conforman pequeños oasis en medio de este desierto desolador. Me uno al sentir de otra ilustradora y activista que carga tinta en redes contra la justicia patriarcal @flavitabanana “¡no tenemos el chichi pa farolillos!”. Lola Vendeta, Las Towanda, Monstruo Espagueti... y cientos de mujeres vamos a hacer todo el el ruido posible para que se haga justicia. Ni una pandemia, que nos obliga a quedarnos en casa, va a impedir que la marea feminista reviente la conciencia de un mundo que nos quiere sumisas y resignadas.

El cáncer de una sociedad, es una justicia que no hace justicia

La difusión de contenido sexual, sin consentimiento, es un delito en nuestro país. Sin embargo, los magistrados y jueces declaran que no pueden seguir con el proceso ya que se hace imposible saber quién fue la primera persona que le dio difusión al video de Verónica. Es sorprendente, como por ejemplo la tecnología 5G, controlada por las grandes empresas tecnológicas rastrean hasta el más mínimo pestañeo humano. Usada, entre otras cosas, para intentar localizar al contagiado/a cero de COVID en el mundo. Sin embargo, un grupo de “señoros” deciden dar por concluido un proceso judicial ante la imposibilidad de encontrar al culpable. La tecnología al igual que la justicia puesta una vez más al servicio del interés patriarcal. No se ustedes pero yo me niego a hablar de suicidio, lo de Verónica fue un asesinato de la manada. Hacer uso de los avances tecnológicos para cualquier cosa menos para hacer justicia, si la víctima es una mujer, es muy de “primero de machista”. Un complejo entramado de privilegios difíciles de desactivar. Los mayores enemigos del Derecho, son precisamente los privilegios, así lo decía la escritora austriaca Marie Von Ebner-Eschenbach.

Todos la mataron y ella solita se murió

Cómplices-culpables son todos/as los que estuvieron a los pies de Verónica esperando a que saltara del taburete y la soga le robara el oxígeno de sus pulmones. El miserable que ya no puede controlar la vida de su ex y necesita exponer su virilidad ante los colegas del curro con un video porno casero, los colegas que lo comparten y difunden, los que no les tiembla el pulso a la hora de bajar la maza y decir “caso cerrado”. Los que miran a otro lado. Las empresas que no invierten ni en recursos, ni en ganas para acabar con el acoso sexual en el trabajo. Los que legitiman este sistema podrido... y especialmente todos y todas los que ahora mismo no están exigiendo responsabilidad. Se archiva el caso de Verónica y con ello todas nuestras esperanzas de sentirnos a salvo, protegidas y respetadas. Para vivir con tranquilidad emocional en este mundo, tienes que haber nacido hombre. Mientras la misoginia siga cosificando nuestros cuerpos y usándolos como venganza, el reguero de humillaciones y desvelos están garantizados. Vivimos en una sociedad que castiga y reprime la sexualidad femenina; donde el chantaje, el desprestigio, el acoso y la violencia se legitima continuamente. Que una mujer acabe quitándose la vida por el sentimiento de culpa, dice mucho de la sociedad que tenemos. Más de 2500 personas vieron el video y lo difundieron. Nunca me encontré con un caso judicial como este, con tantos culpables sin condena.

Me da asco y vergüenza los discurso que se han centrado en el suicidio y no en la violencia machista, para justificar el fatal desenlace, como la consecuencia predecible de una mujer con falta de autoestima y estabilidad emocional. Verborrea sádica, de quienes nacieron con el privilegio de dominar. Los que nunca sabrán qué es eso de la presión social o a qué sabe la humillación y la culpa. Ni esto fue un suicidio, ni ella era una mujer altamente sugestionable. Verónica no perdió la cabeza, se la quitaron.