Cuaresma 2023

La fila de la verdad

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10 mar 2023 / 06:00 h - Actualizado: 10 mar 2023 / 06:00 h.
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  • La fila de la verdad

Siglos de existencia la contemplan. La podemos encontrar en estos días de cultos cuaresmales, bajo las naves de cualquier Templo. Allí, fieles a la cita, los hermanos se reúnen para honrar al Señor y a su Madre, rezar juntos, compartir el pan y renovar una fe secular, que bajo solemne fórmula se proclama en alto, orgullosos, retumbando en las paredes y en nuestro corazón. Tras su lectura y para cumplir con el ritual, conformamos esa fila que como una cadena nos une, eslabón a eslabón: la misma fe, la misma devoción... viendo pasar a nuestros hermanos, año tras año, como vemos pasar la vida.

La cruz que remata el estandarte abre el camino, y todos vamos tras ella como seguidores que somos de Cristo, sin orden aparente, sin importar la antigüedad, ni la edad, ni colectivo alguno, todo iguales ante el altar. Es la fila de la Hermandad, a la cual pertenecemos todos y a todos nos aúna. Es la raíz del árbol que alimenta a todas las hojas por igual, sin atender a otro criterio que el bien común, sin particularidades de ningún tipo. Dejaremos antes de ser nazarenos, costaleros, acólitos, de la Bolsa de Caridad o del equipo de liturgia, podremos despojarnos de cualquier objetivo perseguido por algún grupo concreto, pero seguiremos componiendo esa fila a la cual pertenecemos, de la misma forma que ella nos pertenece a nosotros. Aun podríamos, como así ha sido en siglos pasados, no sacar la Cofradía a la calle durante años, que la Hermandad seguiría adelante mientras la fila siga al estandarte que alza la cruz, y nos unamos para proclamar nuestra fe y devoción común.

Los hermanos se levantan y avanzan poco a poco, y al observarlos, comentamos lo bien que está el que no veíamos desde hacía meses y que se ha recuperado de una enfermedad. Nos damos cuenta de quién ha faltado, pensamos que estará malo porque el otro día lo vimos en el pasillo para comulgar, para después preguntar por él en la puerta. Sabemos del que no ha venido en todos los cultos por algún motivo concreto, rezaremos por él y lo echaremos de menos. Comentaremos a los que les gusta ir de los primeros y a quienes tienen la costumbre de ir los últimos. Lo que ha crecido ese niño, lo mayor que está. El bajoncito que ha dado ese hermano antiguo, pero lo contento que va con su nuevo nieto. Y al ver ese bebé en brazos de su abuelo, miramos a los ojos de la Virgen y decimos: ¡Madre, otro más para quererte!

Se nos hará difícil pensar en aquellos que se marcharon; nuestros seres queridos, nuestros amigos, los hermanos que recordamos. Los tendremos presentes y los sentiremos acompañándonos una vez más en nuestro paso lento y ceremonioso. Y les estaremos eternamente agradecidos por habernos dejado este legado, el mismo que tenemos la obligación de dejarles a las generaciones venideras y que tenemos que transmitirles en cada paso que damos por la crujía. Ellos antes, nosotros ahora, unos vienen y otros se van, pero ese día y a la hora exacta, seguirá repitiéndose la historia.

Y ahora que me miro en el espejo del tiempo, recuerdo a mi padre cuando me cogía en brazos porque no llegaba para besar el libro de reglas, y cuando de la mano me agarraba mi madre para que no saliera corriendo, como ahora veo a ese niño que pasa en su fila, sin ser consiente aún de lo que ha heredado. En esa fila crecí, me formé, pasé mi juventud y me hice mayor, llevé conmigo mis alegrías y mis penas, mis logros y preocupaciones, como todos y cada uno de los que la formamos. En ella está mi vida, en ella está mi verdad. “Así lo creo y lo confieso, lo prometo y lo juro”.